Una de las cintas más esperadas del año y destinada a romper la taquilla este verano se estrena buscando la nostalgia de todo amante de la cinta original de Steven Spielberg; pero todo acaba siendo un frío viaje que busca la iconografía de elementos de la primera parte pero sin la sorpresa y fascinación que nos creó el filme estrenado en 1993.

El desarrollo del filme ya lo hemos visto en otras secuelas y los personajes (humanos) resultan muy poco interesantes resumiéndose en el héroe cuidador de dinosaurios y la jefa del parque que crea una nueva especie modificada genéticamente y que portará el caos al turístico lugar. Nada nuevo en Isla Nublar, más perdonable hubiera sido si almenos se acercarán al carisma de Jeff Goldblum o Richard Attenborough, siendo muy planos y previsibles.

Es verdad que algunos planos nos remiten al asombro de antaño, pero el problema es que Trevorrow parece buscar insaciablemente esa imaginería del Jurassic Park original, abusando desde mi opinión de la iconografía y no arriesgándose a la hora de buscar algo por él mismo y que verdaderamente nos sorprenda.

Unos muy buenos efectos visuales y la cuidada revisión de Michael Giacchino a la partitura original de John Williams son lo más destacable de esta vuelta al parque, que como sus otras secuelas, nos deja con la sensación de que el parque tendría que haber permanecido abierto solo una vez.