La grandísima Meryl Streep se convierte en una pasada estrella de rock que abandonó su papel maternal para alcanzar su sueño en esta demasiado agraciada y familiar comedia.

Streep es Ricki una cantante de rock que llegó a realizar un disco pero que ahora se encuentra venida a menos, tocando en un pequeño local de un pueblo hasta que recibe la llamada de su ex marido para que vuelva a Chicago a visitar a su hija Julie que está pasando una crisis y está divorciándose.

El reputado director (sobretodo en los noventa) Jonathan Demme deja aquí uno de sus trabajos más flojos tras la cámaras; falto de personalidad, dirigiéndose cada vez más hacia la plana comedia familiar y que no deja muchos ápices de originalidad o chispa salvo la entregada interpretación de la siempre imprescindible Streep.

Diablo Cody, guionista de la icónica Juno, deja aquí también su libreto menos atractivo y muy falto de mordiente en comparación con la mencionada película protagonizada por Ellen Page o la más reciente en el tiempo Young Adult. Solo manteniendo temas como la protagonista inmadura y algún chispazo de genialidad en contadas líneas de guión que van replicándose Streep y Mamie Gummer, la revelación del filme.

Un filme que tiene poco de rockero, demasiado plano y familiar y que significa un paso atrás en el currículum de Diablo Cody como guionista y una decepción ante las posibilidades que podría haber tenido para la próxima carrera de premios y que la presencia de Meryl Streep casi siempre asegura.

El Crítico Inquilino