El maestro del agua supone el debut como director del actor australiano Russell Crowe, intérprete de gran popularidad gracias a éxitos como Gladiator y Una mente maravillosa entre otros. Aquí el propio actor se dirige a si mismo, dejando para él todo el peso interpretativo.

La cinta es más o menos sólida y busca recordar al melodrama bélico del cine clásico, buscando reabrir el caso australiano en la I Guerra Mundial a partir de la trama en la que un padre viudo viaja a Turquía para recuperar a sus hijos. Allí conocerá a la regente del hotel en el que se hospedará (Olga Kurylenko) y que formará una subtrama romántica verdaderamente fallida en términos de interés.

Un filme en conjunto sin atrevimientos y en el que Crowe se recrea a si mismo como actor, que nos deja un hálito de cine clásico no del todo eficaz, más allá de la estupenda fotografía del recientemente desaparecido Andrew Lesnie, y una pobre trama romántica demasiado edulcorada.