Año tras año Cannes es acogedora de grandes películas de autor, con las que permite a uno escapar de comercialidad y clichés, a la vez que descubrir y redescubrir autores de toda clase. Este año, el festival galardona “Gisaengchung”, más conocida en nuestra lengua como “Parásitos”. Un film Sur-Coreano de la marca de Bong Joon-Ho, que nos traslada a una familia pobre y sin trabajo, que roba el WiFi de los vecinos y soporta como los borrachos mean en la fachada de casa. Un día, Gi Woo, el hijo mayor, empieza a dar clases particulares de inglés en casa de los Park, una familia adinerada y respetada. Woo, consigue ganarse la confianza, y mediante su labia conseguirá adentrar a su familia en el ámbito laboral al servicio de los Parks.

Bong Joon-Ho, con un trasfondo dramático, crea una historia de puro suspense e intriga, la que envuelve de comedia negra con mucha destreza. Sobrelleva la tensión y el humor paralelamente, sin dirigirse a terrenos descontrolados. Contiene una puesta en escena muy rica y a la vez metafórica ante las diferencias sociales y las aptitudes de cada familia.

Compuesta por tres actos muy marcados, cada uno más alocado que el anterior, pero que en ningún momento sucumbe a lo caótico. Asombra con giros muy enigmáticos y curiosos que componen un relato prodigioso, fluido, entretenido y sobretodo divertido.

Cabe destacar el trabajo fotográfico, pues este se adapta de manera muy artística a la geometría de los escenarios, acompañado de un juego constante con los efectos de luz.

Conclusivamente, “Parásitos” es un thriller que trata la desesperación de la pobreza, el respeto y el menosprecio hacia las clases sociales y el impulso a sobrevivir aunque sea a costa de otros. Construido de manera redonda e inteligente, que atrapa y discurre con agilidad, llegando a un tercer acto explosivo y un desenlace maravilloso.