Sobre el fondo, la película asombra a través de la reflexión que hace sobre la tesis que propone: “A la bestia de la selva que mata para sobrevivir la llaman salvaje, y al hombre que mata por placer, le llaman civilizado”. Un ejercicio imaginativo y distópico que nos hace reflexionar sobre una persona que posee todos los caracteres de un civilizado (rico, bien vestido, buenos modales, buen anfitrión…) pero que mata a otros hombres por puro entrenamiento, ¿de qué forma debemos considerarlo? Es evidente que como mínimo como a un sociópata. Pero el argumento juega bien sus cartas, creando el debate entre la apariencia y la materialidad del acto. Además, por suerte, el metraje en vez de hondar en la reflexión acierta al convertir la narrativa en una formula de aventuras y supervivencia en una isla tropical, transformando la película en una experiencia de puro entretenimiento trepidante.

Cine de muchos quilates y referente en cuanto a contenido.