Personas que no deberían haber muerto fueron salvajemente asesinadas, y los animales que cometieron esas barbaridades, están vivos y se lo pasan en grande escenificando lo que hicieron. Esto te hace reflexionar: ¿cómo puede ser que ocurra algo así?, ¿cómo puede llegar el ser humano a ser tan monstruoso?, ¿cómo pueden reírse, bailar, disfrutar y ser felices por lo que hicieron?.

Esto y mucho más es esta película documental, que hace que no puedas salir del asombro con cada imagen que proyecta, con cada declaración. Te dan ganas de ir a Indonesia y cargarte a todos esos pedazos de mierda. Hacerles pasar por todo lo que hicieron.

La escena del osito de peluche es terrible, de lo más repugnante, desagradable y terrible que haya podido ver nunca. Sin una gota de sangre, pero tampoco hace falta, porque la imaginación hace el resto.

Le he puesto un 8, porque creo que el mayor mérito del director es haber encontrado a esa basura. Lo demás fue poner la cámara a grabar y dejar que contaran lo que quisieran.

¿Hasta dónde puede llegar la crueldad humana?, ¿por qué hacemos lo que hacemos?, ¿por qué asesinamos al prójimo?, etc. son muchas de las cuestiones que te planteas viendo este documental.

Lo que decía un crítico: hay que verla una vez, para no volver a verla nunca más.