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Argentina Argentina · rosario
Voto de melvin:
10
Intriga. Cine negro. Drama Una mañana, Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan), después de visitar a su padre en el hospital, encuentra entre unos arbustos una oreja humana. La guarda en una bolsa de papel y la lleva a la comisaría de policía, donde le atiende el detective Williams (George Dickerson), que es vecino suyo. Comienza así una misteriosa intriga que desvelará extraños sucesos acontecidos en una pequeña localidad de Carolina del Norte. (FILMAFFINITY)
12 de abril de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ciertas clases de películas adquieren un estatus especial. Rodeadas por un aura de prestigio, se las cataloga como “películas de culto”. Este calificativo puede considerarse un tanto vago por la ausencia de un criterio definido que permita señalar si una obra pertenece o no a ese rango. Pero tampoco es una pura arbitrariedad porque hay razones para justificar ese calificativo. La singularidad dentro de su género, la originalidad con la que presenta y trata un tema o un modo innovador para estructurar la narración son algunos de los argumentos para que una obra sea considerada de culto.

Un preludio innecesario para una reseña ya que, si me pidieran argumentos, no podría responder qué es una película de culto, pero sí podría poner un ejemplo de una. Porque si escuchara la frase “película de culto”, el film “Terciopelo Azul” (Blue velvet, 1986), dirigido por David Lynch, acudiría a mi mente como prototipo de esa clase borrosa. Una obra singular de un director singular. Muy poco puedo aportar sobre la película y sobre la filmografía de Lynch, un director poseedor de un estilo único que ha logrado imprimirle a su filmografía un sello distintivo. Los estudios y análisis de sus filmes son abundantes, y Blue Velvet es una de sus obras más emblemáticas.
Terciopelo azul comienza con la canción homónima mientras vemos distintos planos de esos barrios suburbiales típicos de las películas americanas. Los planos, acompañados por la canción, nos muestran rosas, jardines, un bombero que pasa saludando, una mujer en su casa y un hombre regando su jardín. Esta ambientación, que retrata un barrio idílico, se ve bruscamente interrumpida por la descompensación del hombre que regaba su jardín. Mientras el hombre se retuerce en el suelo, la apacible canción se sustituye por una serie de sonidos perturbadores, que van aumentando a medida que la cámara se va introduciendo en el césped, y culmina en un plano cerrado de insectos amontonados entre sí. La introducción nos anuncia que detrás de la superficie se esconde una realidad ominosa.

Unas escenas después vemos al protagonista, Jeffrey, que se dirige al hospital para visitar a su padre, el hombre que tuvo el ataque en la primera secuencia. Tras salir apenado del hospital, Jeffrey encuentra una oreja cercenada cubierta por hormigas. Acude a un detective del lugar, que es vecino suyo, y conocerá a la hija de éste: Sandy. Ante la curiosidad del protagonista sobre la oreja, Sandy, la encarnación de la “inocencia” en el mundo de Jeffrey, le dice que el nombre de una misteriosa cantante es el más mencionado en la investigación.

La oreja será para Jeffrey un pasaporte, una madriguera hacia una dimensión perturbadora que, como los insectos y la oreja, yace bajo la superficie de ese pueblo idílico, en apariencia. Esa dimensión se materializa en la relación enfermiza entre Dorothy Vallens y Frank Booth, o mejor dicho, donde Frank mantiene cautiva a Dorothy, la cual queda reducida a un objeto sexual que le permite a Frank realizar sus fantasías sexuales; el fetichismo grotesco, el sadismo y el masoquismo son las prácticas sexuales de las que Jeffrey será voyeur, al comienzo, para luego ir sumergiéndose cada vez más hasta quedar envuelto en un peligroso triángulo.


Lo onírico está presente en la atmósfera del film, donde se contrastan fuertemente el día y la noche, como si fueran dos realidades opuestas. La realidad diurna muestra una cotidianeidad cándida. La realidad nocturna muestra un espacio de pesadilla que les permite a los personajes realizar y vivir sus fantasías más perversas. La inocencia se presenta en un escenario de aparente dulzura con un telón azul de fondo, y Lynch lo abre para mostrar una obra retorcida escondida entre los bastidores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
melvin
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