Me decidí ir a ver “It Follows” por el buen recibimiento, casi unánime, que está teniendo por parte de la crítica. El público, casi en la misma proporción, también parece haberse rendido ante ella. Lógicamente hay de todo, quien piensa que es una obra maestra y, los pocos, que no merece verse. Personalmente creo que ni lo uno y ni mucho menos lo otro, ya que se trata de un buen film del género de terror. Aunque no huya de ciertos estereotipos no se convierte nunca en un cliché típico, en una del montón, ya que ha sido maquinada con ingenio y aprovechando su modesto presupuesto, por lo que probablemente a David Robert Mitchell se le hayan abierto las puertas para posibles futuros proyectos de mayor coste. Y merece tal recompensa, aunque ojalá no pierda su “libertad creativa”, cosa que ha sido alabada por casi todos, por lo que no sé cómo pudo ocurrir, pero me llama la atención que en el Festival de cine de Sitges optaran por premiar “Babadook” con el premio especial del jurado en lugar de esta, que ya es el “sleeper” del año, lo que los americanos llaman a un film modesto que arrasa en todos los niveles expuestos.
No hay nada nuevo en ella, se rememora el cine de terror slasher de antaño, pero sin las habituales dosis de sexo o violencia gratuita que se incluían. Se toman prestadas, que no plagiadas, detalles de ellas, sobre todo en su banda sonora es donde más se les rememora, aunque a nivel argumental hay ciertos paralelismos con “Fallen”, que pertenece ya a otra década. Quizás de lo más destacado sea la acertada fotografía de Michael Gioulakis, donde el film encuentra gran apoyo, sea en sus interiores oscuros como en esos exteriores, sea de barrios acomodados, sin un glamour ficticio o en suburbios fantasmales que han sido rodados en Detroit. Su reparto encaja con los roles encomendados, incluso su protagonista, Marka Monroe, con el papel más difícil, logra un digno resultado, cosa poco habitual en estos films de terror para adolescentes donde nada de eso importaba demasiado.
Hay momentos que no se producen con elipsis que no compliquen demasiado la trama, pero, por otro lado, lo bueno es que aprovecha otras muchas escenas, no destriparé ninguna, bien jugando con el clima creado o con sus sonidos, que es la base de todo film que quiera al menos inquietar al espectador. Sin querer entrar en más detalles, o desmenuzar más de la cuenta, me divierte que sea también, sobre todo para ciertos estados americanos de arcaica doble moral, algo liberal o políticamente incorrecta, hecho que tampoco es común en la producción actual pero que sí se producían con mayor asiduidad en el cine de hace varias décadas, mucho más en este género concretamente. Que a ver qué nos depara David Robert Mitchell en el futuro y que una vez más queda demostrado que siempre se pueden contar cosas “nuevas” si se les sabe dar los giros necesarios, es una mera cuestión de habilidad y honestidad a la hora de abordar el proyecto que sea.