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Voto de Maggie Smee:
1
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Terror
Desde la muerte de su esposa embarazada en un terremoto en Haití hace 12 años, Victor Fielding ha criado solo a su hija Angela. Pero cuando Angela y su amiga Katherine desaparecen en el bosque, solo para regresar tres días después sin recordar lo que les sucedió, se desencadena una cadena de eventos que obligarán a Victor a confrontar el mal y, en su terror y desesperación, busca a la única persona viva que ha presenciado algo así ... [+]
29 de octubre de 2023
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para echarle un poco de cuento, pensé en escribir algún comentario vinculado al cine de terror en vísperas de este Halloween. El escribir sobre “El exorcista: Creyente” da al traste con mi primer objetivo, y lo vi necesario más que por desahogo, por advertencia, porque los más incondicionales y menos exigentes habrán sido quienes en sus pocas semanas de exhibición la habrán ido a ver, pero luego, con el paso del tiempo, irán cayendo como moscas los que sean curiosos, más incautos o los que piensen que al menos les podrá entretener. No sirve siquiera como comedia involuntaria, superándola incluso la mediocre “Reposeída (Repossessed)”.
Se trata de una de las peores producciones (no la voy a llamar película) no ya del género, si no en general, que he visto en mucho tiempo, que se hace eterna y se adentra sin pudor en el terreno del ridículo. Los primeros minutos, que se desarrollan en Puerto Príncipe, parecen augurar algo, no digo bueno, pero algo, aunque sea diferente, ¿algún plagio aunque sea de “Yo anduve con un zombi”? ¿De “Los creyentes” de Schlesinger? No sabía bien... Y mi gozo en un pozo. No hay nada en ella que tenga interés o esté conseguido. Nada.
Tampoco nos vamos a explayar demasiado, no lo merece, pero además dudamos que esa operación de “nuevo rico” de Universal Pictures pagar a la Warner cuatrocientos millones de dólares para quedarse los derechos para rodar varias futuras aberraciones /secuelas de “El exorcista” les resulte rentable. Y ojalá sea así, que no les traiga cuenta. Pagar para hacer basura y estafar al espectador, además de cagarse (más que cargarse) sin piedad en clásicos no tiene nada de creativo. Desde luego, a nivel cinematográfico no tendrá un hueco en la historia del cine, a excepción de los premios Razzie si sus votantes no se olvidan también de ella. Y su predecesora, a sus cincuenta años recién cumplidos, “El exorcista”, le sigue dando un millón de vueltas a este insulto.
“El exorcista: Creyente” carece de un guion medianamente serio o bien construido, es pésimo. David Gordon Green, el máximo responsable de este despropósito, no sabe dirigir, mostrando su torpeza en todo momento. Por eso, Ellen Burstyn, la madre de Regan en la versión de 1973, viéndose el percal, rechazó la oferta por salir en esto. Le ofrecieron el doble y aceptó, donando todo su sueldo en obras benéficas. Ha sido la mejor manera de limpiar su imagen y su dignidad, seguir con su política de ayuda social tan solidaria en la cual lleva metida décadas, porque económicamente no le hacía falta.
El montaje, el sonido... todo en ella es nefasto y el maquillaje de las endemoniadas se acerca más a un maquillaje de dos niñatas pintadas para una fiesta de Halloween de un instituto que a un film de terror, con esas cruces similares en la frente pintadas como con lápices de cera.
No hay ambientes siniestros ni claustrofóbicos. Tampoco hay suspense, no hay tensión. Como mucho se trata de un subproducto casi televisivo para que los “peques” del jardín de infancia se vayan familiarizando con el cine que toca el tema de posesiones.
Todos los vómitos que faltan en la película los puede tener el espectador al recordar esta canallada. Eso sí. Me quedo con los nombres de los cuatro críticos “profesionales” que la recomiendan frente al casi centenar que no lo hace. No sé cuánto les habrán dado, pero no me creo que haya salido gratis. Así que espero que la traición les haya traído cuenta. Y ahora paso al spoiler.
Se trata de una de las peores producciones (no la voy a llamar película) no ya del género, si no en general, que he visto en mucho tiempo, que se hace eterna y se adentra sin pudor en el terreno del ridículo. Los primeros minutos, que se desarrollan en Puerto Príncipe, parecen augurar algo, no digo bueno, pero algo, aunque sea diferente, ¿algún plagio aunque sea de “Yo anduve con un zombi”? ¿De “Los creyentes” de Schlesinger? No sabía bien... Y mi gozo en un pozo. No hay nada en ella que tenga interés o esté conseguido. Nada.
Tampoco nos vamos a explayar demasiado, no lo merece, pero además dudamos que esa operación de “nuevo rico” de Universal Pictures pagar a la Warner cuatrocientos millones de dólares para quedarse los derechos para rodar varias futuras aberraciones /secuelas de “El exorcista” les resulte rentable. Y ojalá sea así, que no les traiga cuenta. Pagar para hacer basura y estafar al espectador, además de cagarse (más que cargarse) sin piedad en clásicos no tiene nada de creativo. Desde luego, a nivel cinematográfico no tendrá un hueco en la historia del cine, a excepción de los premios Razzie si sus votantes no se olvidan también de ella. Y su predecesora, a sus cincuenta años recién cumplidos, “El exorcista”, le sigue dando un millón de vueltas a este insulto.
“El exorcista: Creyente” carece de un guion medianamente serio o bien construido, es pésimo. David Gordon Green, el máximo responsable de este despropósito, no sabe dirigir, mostrando su torpeza en todo momento. Por eso, Ellen Burstyn, la madre de Regan en la versión de 1973, viéndose el percal, rechazó la oferta por salir en esto. Le ofrecieron el doble y aceptó, donando todo su sueldo en obras benéficas. Ha sido la mejor manera de limpiar su imagen y su dignidad, seguir con su política de ayuda social tan solidaria en la cual lleva metida décadas, porque económicamente no le hacía falta.
El montaje, el sonido... todo en ella es nefasto y el maquillaje de las endemoniadas se acerca más a un maquillaje de dos niñatas pintadas para una fiesta de Halloween de un instituto que a un film de terror, con esas cruces similares en la frente pintadas como con lápices de cera.
No hay ambientes siniestros ni claustrofóbicos. Tampoco hay suspense, no hay tensión. Como mucho se trata de un subproducto casi televisivo para que los “peques” del jardín de infancia se vayan familiarizando con el cine que toca el tema de posesiones.
Todos los vómitos que faltan en la película los puede tener el espectador al recordar esta canallada. Eso sí. Me quedo con los nombres de los cuatro críticos “profesionales” que la recomiendan frente al casi centenar que no lo hace. No sé cuánto les habrán dado, pero no me creo que haya salido gratis. Así que espero que la traición les haya traído cuenta. Y ahora paso al spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
SPOILER
Como ahora estamos en época de “buenismo” y pro- Benetton, no hay solamente una niña blanquita como poseída. Rememorando la nueva versión Disney de “La sirenita”, son dos, también hay una negrita (más protagonista), pero ¿porqué no hay también una latina? ¿Y una albina? ¿Y una asiática? ¿Y qué pasa con las esquimales? ¿Y que tal también alguna indígena?
No hay irreverencias, ni sacrilegios, ni confrontación entre el bien y el mal.
Las posesiones se producen porque sí, de la manera más estúpida, y el exorcismo se hace por ciencia infusa, pintando en el suelo dibujitos innecesarios y atornillando las sillas donde van a sentar a las dos víctimas. Alguno de sus protagonistas, dentro de la misma película, podía haber visto “El día de la bestia” y haber tomado notas para posteriormente ejecutarlo, pero no se sabe de dónde sacan el diseño para el proceso. Podían haberlo buscado por internet o de alguna biblia inventada por ellos... pero se les olvida y lo pasan por alto, o mejor dicho, se lo pasan por los bajos.
¿Para qué sirve un cura que no hace el exorcismo y que se cargan porque sí al segundo de aparecer en el salón? Posiblemente eran muchos “haciendo” el exorcismo y no sabían qué hacer con ese personaje cuando era el fundamental.
Incluso hay un momento en que alguien comenta que huele mal en el salón, pero todo queda ahí... ¿Algún pedo de algún personaje? ¿Alguien plantó un zurullo en el váter y no tiró de la cisterna? ¿Un vano intento de recrear el ambiente pestilente de la versión original?
Anne Dowd es la mejor y está desaprovechada, mal. Su protagonista, Leslie Odom Jr, parece dispuesto a destronar a John David Washington como peor “actor” afroamericano del cine actual. Las niñas fatal, sobre todo la gordita Lidya Jewett. Si quieren hacer carrera (como actriz, claro) les urge meterse en clases de arte dramático. Nadie mejor que Burstyn, miembro fundamental del Actors Studio, para darles el consejo adecuado o enviarlas a Puerto Príncipe y que allí se pierdan.
Linda Blair, por culpa de tanto recauchutarse con silicona, está casi irreconocible, aparece un segundo. Parece más una mindundi de la “jet” marbellí que la propia Blair, qué pena, porque en el fondo la adoro.
Y hay más estupideces y fallos, pero ya me he cansado de enumerarlos. Así pues, para concluir, mi más severa advertencia para evitarla. Incluso para tragar mierda con clase hay que tener pedigrí, como ya quedó demostrado en “Saló, o los ciento veinte días de Sodoma” de Pasolini, y esto carece incluso de lo más básico, de dignidad.
Como ahora estamos en época de “buenismo” y pro- Benetton, no hay solamente una niña blanquita como poseída. Rememorando la nueva versión Disney de “La sirenita”, son dos, también hay una negrita (más protagonista), pero ¿porqué no hay también una latina? ¿Y una albina? ¿Y una asiática? ¿Y qué pasa con las esquimales? ¿Y que tal también alguna indígena?
No hay irreverencias, ni sacrilegios, ni confrontación entre el bien y el mal.
Las posesiones se producen porque sí, de la manera más estúpida, y el exorcismo se hace por ciencia infusa, pintando en el suelo dibujitos innecesarios y atornillando las sillas donde van a sentar a las dos víctimas. Alguno de sus protagonistas, dentro de la misma película, podía haber visto “El día de la bestia” y haber tomado notas para posteriormente ejecutarlo, pero no se sabe de dónde sacan el diseño para el proceso. Podían haberlo buscado por internet o de alguna biblia inventada por ellos... pero se les olvida y lo pasan por alto, o mejor dicho, se lo pasan por los bajos.
¿Para qué sirve un cura que no hace el exorcismo y que se cargan porque sí al segundo de aparecer en el salón? Posiblemente eran muchos “haciendo” el exorcismo y no sabían qué hacer con ese personaje cuando era el fundamental.
Incluso hay un momento en que alguien comenta que huele mal en el salón, pero todo queda ahí... ¿Algún pedo de algún personaje? ¿Alguien plantó un zurullo en el váter y no tiró de la cisterna? ¿Un vano intento de recrear el ambiente pestilente de la versión original?
Anne Dowd es la mejor y está desaprovechada, mal. Su protagonista, Leslie Odom Jr, parece dispuesto a destronar a John David Washington como peor “actor” afroamericano del cine actual. Las niñas fatal, sobre todo la gordita Lidya Jewett. Si quieren hacer carrera (como actriz, claro) les urge meterse en clases de arte dramático. Nadie mejor que Burstyn, miembro fundamental del Actors Studio, para darles el consejo adecuado o enviarlas a Puerto Príncipe y que allí se pierdan.
Linda Blair, por culpa de tanto recauchutarse con silicona, está casi irreconocible, aparece un segundo. Parece más una mindundi de la “jet” marbellí que la propia Blair, qué pena, porque en el fondo la adoro.
Y hay más estupideces y fallos, pero ya me he cansado de enumerarlos. Así pues, para concluir, mi más severa advertencia para evitarla. Incluso para tragar mierda con clase hay que tener pedigrí, como ya quedó demostrado en “Saló, o los ciento veinte días de Sodoma” de Pasolini, y esto carece incluso de lo más básico, de dignidad.