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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
4
Acción. Thriller Guerra fría, años 60. Narra las aventuras de dos agentes secretos que se parecen más de lo que creen: Napoleon Solo, de la CIA, e Illya Kuryakin, del KGB. Ambos se ven obligados a olvidar sus diferencias y formar un equipo cuya misión será poner fin a una misteriosa organización criminal internacional que pretende desestabilizar el frágil equilibrio de poder provocado por la proliferación de las armas nucleares. La hija de un científico ... [+]
20 de agosto de 2015
17 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
El intento desesperado de los ejecutivos de Hollywood por dar con un nuevo filón ha provocado algo que se veía venir y que finalmente ha ocurrido: el resucitar el género de acción/ negro/ intriga o espionaje de la década de los sesenta. A mí ya me hubiera gustado que esta “nueva tendencia” se impusiera de manera rotunda. Quizás el mirar atrás con acierto, emulando incluso si se quiere los buenos ejemplos que hay, nos hubiera proporcionado una renovación para mirar el presente bajo otra óptica. Pero en mi opinión no se ha conseguido. “Operación U.N.C.L.E” tiene un vistoso envoltorio, a decir verdad creo que es lo único de calidad que hay en ella. Guy Ritchie, que empezó con buen pie dentro del mundo de la dirección, alcanzó sus cotas más bajas de popularidad con su ex mujer (Madonna). Tras su separación y posterior reciclaje parece que vuelve a ser el mismo, pero el nervio, su pulso, no lo ha recuperado.
Es más, Ritchie se ha preocupado más por monerías estéticas en vez de ocuparse si el andamiaje del film estaba bien sujeto, y para mi sorpresa no ha sido así. Y lo tenía todo, al menos en cuanto a posibilidades y medios se refiere, porque pasta había para parar un tren. Pero casi parece que la hubiera dirigido conjuntamente con Isabel Preysler, ya que me resulta como un largo anuncio descafeinado de Martini Cinzano, cuyo reclamo principal son los modelitos y abalorios, pero que no terminan de lucirlos del todo. Ya que mediante el rigor no han podido sacarlo a flote, erróneamente se lo han tomado todos demasiado en serio, no hay dosis “drags”, sus actores no juegan ni tampoco hay sentido del humor. Eso se aliña junto a mansiones, con fiestas y mucha figuración, casi sacados de un anuncio de bombones y exento de sofisticación, ya que hay más pedorrez que clase.
El cúmulo de errores no acaba con una dirección blandengue y con un guión sin ritmo, para colmo rociado de chistes malos que van a destiempo e impiden que haya un mínimo de suspense. Su cásting es de lo más desafortunado, con un trío calavera como protagonistas sin carisma: Armie Hammer es el que menos desentona, pero su personaje, un remedo de Steve McQueen, carece de aplomo. Henry Cavill, con más cara de goma que expresividad, pretende dar el empaque que Robert Vaughn daba en la serie en la que la película se basa, pero no lo consigue, pareciendo más un americano cursi y acomplejado que pretende hacerse pasar por inglés. La puntilla la da una sosísima Alicia Vikander que parece un sucedáneo de Penélope Cruz, y está a miles de kilómetros de distancia de cualquiera de las actrices que compartieron protagonismo con McQueen en estilo de films o de Audrey Hepburn, por mucho que lleve unas gafas de sol parecidas a las de “Dos en la carretera”.
Este fallo de infantilizar películas de acción con jovencitos que juegan a ser adultos va en detrimento de cualquier verosimilitud. Ritchie bebe de muchos clásicos, la mayoría de ellos son films con el mencionado actor Steve McQueen, pero lo dicho, a sus personajes les falta testosterona, capacidad de seducción y edad, para que puedan dar un pasado que oscile entre borrascoso y algo misterioso. Que un algo cascado Hugh Grant vaya a ejercer de jefazo da igual, como supuestamente hará Ralph Fiennes en las próximas entregas de James Bond, se trata de mero reclamo. Más que jefes con presencias que impongan pueden asemejarse a jefes de un centro de grandes superficies.
Su fotografía, montaje y su sonido están cuidados. Los títulos de crédito, correctos, tendrían que haber abierto la película, no cerrarla, no solo porque nos hubieran adelantado información sobre sus personajes, sino porque la presentación es uno de los atractivos de este estilo de cine que se emula. Las particiones de pantalla que muestran varias acciones a la vez, también tan típicas de la época, no están bien utilizadas, están por capricho. Y no querría dejar de mencionar su banda sonora en la que han metido de todo, pero de todo: desde percusiones y tonos dignos de Quincy Jones, a bandas sonoras existentes de otros autores como Goldsmith o Morricone, canciones en varios idiomas o incluso música aflamencada para turistas. Muy “tarantínica” ella.
Quizás me he explayado, porque este tipo de films me gustan mucho y me ha decepcionado el resultado, lo que podía haber sido un buen film bastante sugestivo se ha quedado en un irregular pasatiempo, sin más. Su final descaradamente indica que si tiene éxito, se rodará su secuela, cosa que me ahorraré, quizás porque sus personajes no me caen bien, no he tenido afinidad con ellos, carecen de cinismo y me resultan muy snobs. No reventaré nada, intento no hacerlo nunca, pero para concluir, sirva como ejemplo una escena con “gag” que se desarrolla en un velador de café con guardaespaldas y espías, muy parecida a la que ya salía en la película “Espías”, pero con diferencia total de resultado, porque mientras en la película “Espías” podía resultar divertido y el público de sala se reía, en esta ocasión el “gag” pasaba desapercibido, como la mayoría de sus fallidos “gags”.
Maggie Smee
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