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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
5
Acción El agente Aaron Cross (Jeremy Renner) es un producto del eficiente programa Outcome. Este programa diseña y entrena agentes cuya función consiste en actuar en solitario en misiones de alto riesgo. Sin embargo, en el momento en que la historia del agente Bourne está a punto de salir a la luz, los altos mandos de la agencia deciden tomar una solución drástica al respecto. (FILMAFFINITY)
24 de agosto de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya parece algo sintomático: no creo que haya crisis de ideas, lo que ocurre es que a las productoras les interesa hacer secuelas o precuelas, es decir, ser una mera factoría de productos que no dependan del talento ni que supongan un riesgo al contar nuevas historias. Y es una lástima porque la trilogía de Bourne, aún a pesar de ciertos peros, quedó como un ejemplo respetable de cine de acción. El caso es que para esta cuarta entrega, como si se tratara de un James Bond o un Batman, se ha sustituido a su protagonista y se ha abierto una nueva posibilidad que da pereza: un serial que puede durar lo que duren sus ganancias, cual serie de televisión pero en salas de cine. También hay además en todo esto una queja: que se empieza a perder pudor al crear productos sin entidad, sin principio casi y sin final, para ir enganchando con nuevas entregas. Es decir, no se ha aprendido nada por ejemplo de las películas de la saga Bond, que es el cimiento de todas estas réplicas, y se peca de “televisivo” cuando sus posibilidades eran muchas otras, porque le falta solo que al precipitado término de su metraje que aparezca en pantalla el rótulo de “continuará”. El espectador es el que tiene que decidir si esto le compensa, porque le convence o le da igual, o exige mayor calidad.
“El legado de Bourne” tiene a un nuevo protagonista que peca de frío, y en esta primera entrega Jeremy Renner no ha conseguido calzar su personaje. Menos mal que su partenaire, Rachel Weisz, ha sido una sabia y eficaz decisión, ambos protegidos por una escudería de actores de primera en papeles secundarios (¡qué alegría volver a ver aunque sea brevemente, por ejemplo, a Jane Alexander, actriz tan acertada y afilada como un bisturí!). En esta cuarta entrega, la más floja de todas, se nos endiña una persecución final más “choni” que espectacular, con resoluciones de guión que no son de cine “adulto”, sino injustificadamente pueril. Por ello, aunque su factura técnica es eficiente, se apoya demasiado en los milagros del nervioso montaje porque sus escenas de acción no se desenvuelven con la precisión limpia de las antológicas. Y aunque Tony Gilroy no sea ningún pelagatos simplemente cumple su expediente. Por todo lo dicho aunque “El legado de Bourne” se pueda recomendar como producto de consumo sin exigir mucho, creo que sirve sobre todo como motivo de reflexión hacia la posible calidad de las futuras secuelas y precuelas. Y es que aunque se empeñen los ejecutivos de grandes estudios, el cine es otra cosa, por más que les convenga ignorarlo.
Maggie Smee
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