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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
7
Drama. Romance En el Londres de la posguerra, en 1950, el famoso modisto Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) y su hermana Cyril (Lesley Manville) están a la cabeza de la moda británica, vistiendo a la realeza y a toda mujer elegante de la época. Un día, el soltero Reynolds conoce a Alma (Vicky Krieps), una dulce joven que pronto se convierte en su musa y amante. Y su vida, hasta entonces cuidadosamente controlada y planificada, se ve alterada por la ... [+]
16 de marzo de 2018
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la borrachera de los “Oscars”, los exhibidores han decidido que la carrera comercial de “El hilo invisible” está tocando a su fin. De sus seis nominaciones acaba de obtener un único premio por su impresionante vestuario, el mismo premio conseguido en los BAFTA. Parece que poco más va a aguantar en cartelera, cosa habitual en estos tiempos. Como hemos dicho ya en alguna otra ocasión, en el pasado queda esa oportunidad que una película pudiera permanecer meses dando pie al “boca a boca”. Por eso, en la actualidad, se estrena en centenares de salas, porque poco tiempo tienen para recaudar y ser rentable. “El hilo invisible” es de esa clase de películas que necesitaría tiempo, su “vía” para hacer caja no es la común, ya que tampoco se trata de la típica producción, para lo bueno y también para lo que tenga en su contra.

Desde su estreno, en este espacio de tiempo, ya muchos han hecho diferentes lecturas de la película, lo cual me libera de esa “obligación”. La expectación que un sector mantenía parece que, tras visionarla, les ha defraudado. Bien por desconocimiento o por esperar mucho de su director el caso es que una vez más, Paul Thomas Anderson ha despistado a más de un espectador. La crítica, en su mayoría, ha sido unánime, consiguiendo alzarse como una de las mejores del año pasado. Anderson, tras una brillante etapa inicial, ha ido cristalizando su madurez con una filmografía muy pensada y muy bien elaborada, ambiciosa y variopinta, aunque haya ido adquiriendo una frialdad que al principio parecía no tener. He de aclarar que, a pesar de su exaltación la cual comparto en parte, para mí “Magnolia” sigue siendo su obra maestra.

En cuanto a “El hilo invisible”, y ya nos adentramos en una visión personal y subjetiva, no es de lo peor como algunos ya han señalado. Para mí es un buen film, brillantemente dirigido, ya que es innegable que él es conocedor (y dominador) de todos los resortes que pudiera utilizar, pero aquí, una vez más, se supedita a su actor principal, a su egocentrismo, a su obsesión por la perfección y a su gusto por paladear cada paso de su trabajo. Daniel Day-Lewis, el cual ha vuelto a anunciar que retira definitivamente del mundo de la interpretación, hace una notable actuación, sin duda, pero debo decir también que él me cansa, me termina agotando, es de esa clase de actores que exige que su recreación sea escudriñada por la cámara en todo momento, casi de forma obligada sin llegar al éxtasis como espectador y sin dejar espacio para intercalar otros trabajos de sus compañeros. Aquí no me exaspera como en su celebrada labor en “Pozos de ambición”, donde su empecinamiento por mostrar todos los encajes de su obra de bolillos era insaciable, pero tras ser galardonado en tres ocasiones como actor principal no tenía muchas posibilidades para ganar más premios, sobre todo porque sí o sí era el turno de Gary Oldman, uno de los actores más infravalorados por la industria “hollywoodiense”. Es más, y al menos para mí, la triunfadora de la película es Lesley Manville que encarna a Cyril, su hermana en la ficción: su sutilidad, su contención y su saber estar se acaban imponiendo. La luxemburguesa Vicky Krieps en el papel de Alma hace un buen trabajo, pero ante tamañas bestias poco más puede hacer, excepto el recordarnos físicamente en ciertos momentos a Julianne Moore. Los demás actores, como es habitual en el cine de Anderson, están muy ajustados.

Lo más atractivo, aparte del vestuario de “El hilo invisible” es su clima, su fotografía, sus decorados, su trabajo de peluquería, su ambientación en definitiva, que además alardea de alto topete como exigía su historia. Es difícil encontrar tanto detalle fino en producciones habituales. Capítulo aparte merece la banda sonora de Jonny Greenwood, uno de los músicos favoritos de Hans Zimmer, brazo derecho de Anderson, miembro de Radiohead, considerado uno de los mejores guitarristas y, virtuosismos aparte, de gran formación, logra, al menos para mí, la que debería haber ganado el “Oscar”. Mezclando composiciones clásicas con trabajo original Greenwood remata el buen gusto que despide la película.

El ver la película a estas alturas, como antes indicábamos, me permite la licencia de librarme de diseccionar su historia y sus posibles interpretaciones. Me quedo con las sensaciones que pueda provocar que son más placenteras. El guión, desafortunadamente, me parece impropio de su director, y no es la primera vez que a Anderson le ocurre. Quiero decir que cuando esto ocurre la alarma debe avisar a su majestad Anderson, de que algo está fallando, pero él prefiere estar recreándose en otros menesteres o confiando en su talento, lo cual es un impedimento para lograr lo que conocemos como “la obra maestra”, la película redonda, la perfección a la que tanto aspira, porque hay huecos que va dejando sin aclarar o personajes a los que no termina por exprimir. En el espacio del “spoiler” al menos planteo una pregunta que se deja sin aclarar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maggie Smee
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