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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
7
Drama. Romance Madame de La Pommeraye (Cécile de France) se retira de su reclusión debido a la muerte de su marido, siendo seducida por el Marqués de Arcis (Edouard Baer). Cuando su romance con el lujurioso marqués da un giro inesperado, la rica viuda trama un plan para vengarse con la ayuda de una joven (Alice Isaaz).
17 de junio de 2021
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El visionar una película como “Lady J” es muy grato por varias razones. La primera de ellas es que se trata de una buena película, Así, de entrada, cosa difícil hoy día encontrar en la cartelera. Está perfectamente llevada a cabo con una dirección inspirada, un buen guion, un notable equipo artístico y un plantel de actores que cuenta con buenos personajes, es decir, lo fundamental para que algo funcione de cabo a rabo.

La segunda razón es que, desarrollándose a finales del siglo XVIII, su ambientación no da la sensación de cutre. Podrán haber estado ajustado a un presupuesto sin llegar al éxtasis estético de “Barry Lyndon”, por ejemplo, pero logran, y con acierto, la recreación de la época, cosa que también no es muy común que ocurra hoy día.

Quizás no llegue a niveles alcanzados anteriormente por el cine galo como en “Todas las mañanas del mundo” o tampoco tenga el aplomo de “La marquesa de O” (aunque conste que es una producción mayoritariamente alemana de Rohmer) donde se conjugue a muy alto nivel romanticismo y literatura. El acierto en este caso es que Emmanuel Mouret es que tampoco lo ambiciona. Ni siquiera creo que pretendiese eclipsar la estupenda “Las damas del bosque de Bolonia”, de Bresson, que anteriormente ya adaptó esta obra de Denis Diderot, una libre adaptación de “Jacques le Fataliste et son Maître”. Mouret va a lo que va, con momentos de gran fuerza “romántica”, sean los interiores, en esas mansiones exquisitamente adornadas, o en la catedral de Saint- Maclou y en exteriores, como los filmados en Marly- le- Roi en Yvelines o Sarthe. Lujosos castillos y bonitos jardines, donde resalta su vestuario, único premio César del cine francés que logró ganar de sus seis nominaciones. Pocas, porque ni la película, ni el director ni alguna de sus actrices secundarias (Alice Isaaz, Natalia Dontcheva o Laure Calamy) fueron nominados. Todo esto va sazonado con casi una veintena de temas de autores como Bizet, Bach, Pescetti, Handel, Vivaldi o Reutter con piezas muy bien elegidas como fondo musical y que apoyan el relato.

Lo que puede llegar a ocurrir que juegue en su contra es el que algunos espectadores. que ya hayan visto las versiones de “Las amistades peligrosas” (o el “Valmont” de Forman) basadas en la obra de Choderlos de Laclos, no quieran participar de esta historia, que no depara ni sobresaltos ni sorpresas, y todo les pueda sonar a conocido, ya posee casi los mismos ingredientes. Sería injusto, porque lo que hace sobre todo su notable guión, es desgranar sus personajes y sus intenciones, con un buen broche final no exento de cierto sarcasmo, pero, como digo, sin pasarse en ningún momento y desde la sutileza, pudiéndose perder por parecer todo un “lugar ya conocido”.

El que todo esté tan cuidado en todos los aspectos, sobre todo el personaje central de la historia, una acertadísima Cécile de France como Madame de La Pommeraye, me llama la atención que no sea así con Edouard Baer como Le marquis des Arcis. No me refiero a su buen trabajo como actor ni su personaje, sino a su aspecto. Seguro que ha contado con la aprobación de su director, pero creo que ahí no acertó. El departamento de peluquería no debería haber aceptado este marqués seductor y libertino con ese “look” tan poco favorecedor, que con esa barba descuidada y poco perfilada y ciertas greñas, que no serían permitidas en su clase social, y que son más propias de, por ejemplo y sin querer ofender, un informático que no trabaja cara al cliente y que lleva varios días (y noches) no se sabe si trabajando a destajo o de farra con varios amiguitos.

Por todo lo dicho, parece que el hacer una buena película, que resulte hermosa y en el fondo vendible/ rentable, sea fácil. Pues sí lo es. Lo que ocurre es que hay que currárselo. Se debe contar con los elementos adecuados y los intérpretes necesarios. Lo que se entiende por profesionalidad, hablando claro, y eso sí que parece un gran misterio, sobre todo para la mayoría de los casos de nuestras queridas producciones.
Maggie Smee
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