Hay varios factores que hacen que “Su mejor historia”, resulte una película más interesante de lo que, a priori, podía haber sido, pero también es verdad que su resultado final, aunque no resulte ni mediocre ni chirriante, de correcto no pasa.

Está llevada con cariño por Lone Scherfig y dedicada con cierto respeto a todos aquellos que, en la década de los años cuarenta, se dedicaban al cine, en este caso al cine propagandístico de guerra. No se les enjuicia ni se les critica su postura, simplemente se nos narran unos hechos, posiblemente veraces, en el que en un sistema mayoritariamente masculino, su protagonista femenina “lucha” porque la mujer en esa clase de películas tenga un protagonismo que se le había negado hasta entonces, y más en ese género.

La línea que sigue el film contrasta con su tercio final, en el que se intenta borrar el cierto tono edulcorado que llevaba, pasando a un dramatismo que vaya paralelo con la situación que se vivía en el Londres de esa época, concretamente durante la II Guerra Mundial, y eso sí que nos ha resultado forzado. Creo que hubiera sido más acertado seguir el tono que desde el principio y no pretender ser más realistas a última hora, quizás en un intento de sorprender al espectador, ya que lo podían haber aplicado en otras circunstancias que se dan antes y, como que se pasan por alto, como el vivir angustiados ante la constante amenaza de ser bombardeados, las necesidades económicas, las diferencias laborales entre el hombre y la mujer, las infidelidades o las sombras del mundo de la producción cinematográfica.

Su factura está cuidada. Quizás lo más interesante sea su vestuario, muy bien resuelto para su limitado presupuesto, y el trabajo en la banda sonora de Rachel Portman, que aunque esté en la actualidad como en un segundo plano, al igual que otros magníficos compositores, es una profesional que hace buenos trabajos. Lo mismo se podría decir de sus actores, que hacen una buena labor. Eso sí, a Bill Nighy se le reserva un papel a su medida, como los que suele hacer en clave cómica, y nos llama la atención Gemma Arterton por un físico que nos da la impresión de retocado, recordando enormemente en algunos planos a Ayanta Barilli. Igual no estoy en lo cierto, pero esas actrices a las que le “cambia” tanto su físico por la cirugía es una pena, porque pienso que en este caso a ella no le hacía falta.

“Su mejor historia” también puede resultar recomendable a los que quieran iniciarse en el mundo de la escritura de los guiones (o de la escritura en su más amplio contexto) ya que al menos, en su arranque, queda bien explicado como se va forjando un guión: su principio, su desenlace y el meollo que es la vértebra central.

Y esa es la pena. Este “homenaje” a una generación que se dedicó a un trabajo de encargo- patriótico, con un guión (precisamente) mejor trabajado y mayores aspiraciones bien resueltas, hubiera dado lugar a un peliculón, como otras veces ha ocurrido cuando la mirada nostálgica se ha posado en los pioneros del cine, por ejemplo.