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Voto de bixo:
9
7,4
32.322
Intriga. Cine negro
Fred Madison (Bill Pullman), un músico de jazz que vive con su esposa Renee (Patricia Arquette), recibe unas misteriosas cintas de vídeo en las que aparece una grabación de él con su mujer dentro de su propia casa. Poco después, durante una fiesta, un misterioso hombre (Robert Blake) le dice que está precisamente en su casa en ese instante. Las sospechas de que algo raro está pasando se tornan terroríficas cuando ve la siguiente cinta de video... (FILMAFFINITY) [+]
14 de mayo de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya muchos apareció por el que entonces era nuestro piso una cinta misteriosa, una película envuelta de un alo negro incluso antes de verla. En la primera escena entendimos los porqués de la polémica y, sin mirarnos siquiera, nos abandonamos a los mundos de Lynch. Todo acabó donde empezó, de modo que, siguiéndole el juego al creador, volvimos a verla, y acabó y volvimos a verla. Eran las tantas de la madrugada y seguíamos sin entender nada, pero eso no desanimó nuestro entusiasmo por una obra que no vimos, sino que sentimos (una sensación de ‘colocón’ que duró horas sin necesidad de sustancias químicas externas).
Las críticas a películas como ésta son comprensibles: para bien o para mal, a nadie deja indiferente. En mi opinión, el error de quién las infravalora podría radicar en el ángulo de enfoque del primer visionado. Las grandes obras de Lynch, como el ‘2001’ de Kubrick, por poner otro ejemplo, fueron creadas, en primer lugar, para ser disfrutas en su conjunto, sin disecciones argumentales, sin pretensiones simbólicas, dejándose llevar por el orden estético impuesto por el artista, sumergiéndote en el mundo paralelo que se nos ofrece, sin reparos, con inocencia.
Debido a ello se requiere de un estado receptivo especial y no cualquier día es idóneo, es más, no lo son la mayoría, y uno se ve otra cosilla más sencilla, más plana, más ortodoxa. Si, por el contrario, se ha podido DISFRUTAR de la película en cuestión, entones no habrá más inconveniente en diseccionarla, y unas pasarán la prueba, y otras no. ‘Lost Highway’ lo hace con nota. Su análisis no es fácil, pero una vez localizado el germen, la idea sobre la que rota la película, el hilo argumental le sigue sin interrupciones, y sobre él cada pieza del rompecabezas encaja como en un puzzle.
Las críticas a películas como ésta son comprensibles: para bien o para mal, a nadie deja indiferente. En mi opinión, el error de quién las infravalora podría radicar en el ángulo de enfoque del primer visionado. Las grandes obras de Lynch, como el ‘2001’ de Kubrick, por poner otro ejemplo, fueron creadas, en primer lugar, para ser disfrutas en su conjunto, sin disecciones argumentales, sin pretensiones simbólicas, dejándose llevar por el orden estético impuesto por el artista, sumergiéndote en el mundo paralelo que se nos ofrece, sin reparos, con inocencia.
Debido a ello se requiere de un estado receptivo especial y no cualquier día es idóneo, es más, no lo son la mayoría, y uno se ve otra cosilla más sencilla, más plana, más ortodoxa. Si, por el contrario, se ha podido DISFRUTAR de la película en cuestión, entones no habrá más inconveniente en diseccionarla, y unas pasarán la prueba, y otras no. ‘Lost Highway’ lo hace con nota. Su análisis no es fácil, pero una vez localizado el germen, la idea sobre la que rota la película, el hilo argumental le sigue sin interrupciones, y sobre él cada pieza del rompecabezas encaja como en un puzzle.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Fred yace boca arriba en la cama. Su mujer, a un costado, se resigna una vez más a su impotencia. En su cabeza rememora las palmaditas que ella le dio en la espalda tratando de consolarlo (escena clave en la que Lynch nos abre camino al argumento), recuerda también haberla visto en el club con otro hombre esa misma noche, hace apenas unas horas, y la descuartiza, allí mismo, en ese mismo instante.
El resto de la película es mera fantasía, la nueva realidad que Fred se crea en su huída, la esencial, la huída de sí mismo y de sus actos. Su mente se transmuta en la de un joven (él ya es un madurito) sano y fuerte, con un empleo físico (él es músico, una especie de ‘cultureta’), atractivo y semental (se repiten las escenas de ‘folleteo’ cuando, conviene recordar, el origen del drama se halla en su impotencia sexual).
La trama se mueve entonces entre estos dos mundos no completamente independientes, fusionados en parte y de forma magistral por Lynch. La conciencia real del protagonista lucha por salir a la luz, un duelo interno que es simbolizado con las cintas de vídeo que recibe de forma misteriosa en su casa, y que, ésta es mi interpretación, no dará sus frutos, partiendo del hecho que la película acaba en el mismo punto que da comienzo. La agonía de Fred se proyecta así hasta el infinito, hasta su encarcelamiento (podemos suponer) o hasta el mismo fin de sus días enajenados.
El resto de la película es mera fantasía, la nueva realidad que Fred se crea en su huída, la esencial, la huída de sí mismo y de sus actos. Su mente se transmuta en la de un joven (él ya es un madurito) sano y fuerte, con un empleo físico (él es músico, una especie de ‘cultureta’), atractivo y semental (se repiten las escenas de ‘folleteo’ cuando, conviene recordar, el origen del drama se halla en su impotencia sexual).
La trama se mueve entonces entre estos dos mundos no completamente independientes, fusionados en parte y de forma magistral por Lynch. La conciencia real del protagonista lucha por salir a la luz, un duelo interno que es simbolizado con las cintas de vídeo que recibe de forma misteriosa en su casa, y que, ésta es mi interpretación, no dará sus frutos, partiendo del hecho que la película acaba en el mismo punto que da comienzo. La agonía de Fred se proyecta así hasta el infinito, hasta su encarcelamiento (podemos suponer) o hasta el mismo fin de sus días enajenados.