Despues de cinco temporadas y a pesar de que conocemos los hechos históricos, la serie sigue atrapando y convenciendo. La hemos visto avanzar, cambiar a sus actores principales, evolucionar y ahondar en la institución monárquica. Si un actor o actriz personifica de manera perfecta a su personaje, el siguiente no se queda atrás pero tampoco hace de menos a su predecesor. Si un periodo muestra los entresijos de un reinado en ese periodo concreto, el siguiente se adapta a la evolución de los tiempos y la edad de los personajes y la transición se lleva a cabo con total fluidez. Todas las piezas encajan, los diálogos y los silencios, los caracteres de los personajes, las localizaciones y los sentimientos sin caer en el melodrama fácil o el cotilleo. Nunca una serie basada en seres y hechos reales se ha parecido tanto a una saga , o lo que llamarían en inglés un "soap opera". La serie, en ambos sentidos, es real.