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Voto de Andrej Kar Ray:
10
7,4
4.969
Drama
Cleo, una joven cantante, espera impaciente los resultados de un examen médico. Cuando una adivina que lee las cartas le revela que tiene cáncer y que puede morir, su inquietud aumenta. Tratando de ocupar su tiempo a la espera de los resultados, Cleo conoce a un joven soldado, a punto de partir para hacer el servicio militar en Argelia, al que confía su temor a la muerte. (FILMAFFINITY)
24 de febrero de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Justo una hora y media del 21 de junio de 1961. Un preámbulo en color y trece capítulos en blanco y negro.
Un filme ligero y denso, claro y barroco, natural y emblemático, delicado y brutal, curioso y actual.
Pura Novelle Vague que abre miras, que canta a la vida. Nos habla del amor, la amistad, el éxito, la curiosidad, el saber y la música.
Una banda musical de Michel Legrand magnífica y heterodoxa. Ante las cámaras, aparece tocando el piano -como Bob-, acompañado por el letrista Serge Korber -como Maurice- en el simpático capítulo VI 'Bob' 17:31 a 17:38 y en el capítulo de transición VII 'Cléo' 17:38 a 17:45
Una lección de cine, también un documental del París de 1961. Incluso un homenaje al cine mudo (cine dentro del cine con las actuaciones de Jean-Luc Godard, Anna Karina, Samy Frey, Georges de Beauregard, Danièle Delorme, Yves Robert, Alan Scott, Jean-Claude Brialy y Eddie Constantine. A mi modo de ver, en Cléo de 5 a 7 hay hasta un manifiesto oculto sobre el espectáculo cinematográfico.
Un filme que a cada nueva visualización lo amaremos -con todos sus defectos- un poco más, hasta terminar siendo totalmente entrañable y delicioso.
Una Cléo (Corinne Marchand) espléndida, adorable, llena de vitalidad y su amiga Dorothée (Dorothée Blanck) una belleza exquisita y alegre.
Precioso blanco y negro (color solo en los cuatro minutos iniciales) con encuadres peculiares y novedosos. Agnès Varda provenía del mundo de la fotografía como ya observamos en su primer film “La pointe courte” (1955).
Recuerdo la extraña casa-estudio- de Cléo donde encontramos las islas de vida: el tocador, el piano, la cama... y esos gatitos jugando por doquier que animan la acción
Un insólito tiempo real, sin cortes, 90 minutos de la vida de de Cléo. Nada aburrido, ni académico. Especialmente memorable cuando te fijas en ello.
A la mitad del film, en el capítulo VII 17:38 a 17:45, es cuando canta la emocionante canción “Sans toi”, (‘si llegas tarde estaré enterrada’) cuándo se impregna del sentido de desesperación y muerte. Quitándose la peluca dice “¡si me pudiera sacar también la cabeza!” Es el inicio de la segunda parte, con la transición del blanco al negro, del interior al exterior, del ensayo musical de Cléo a ese niño tocando el piano de juguete en la callejuela...
Simplemente genial.
Manifiesto oculto sobre el cine
Agnès Varda nos habla del auténtico cine, el séptimo, el que contempla al arte, el que se convierte en él. Esos elegantes travellings en una especie de recorrido iniciático, como quien descubre el Partenón, nos introducen muy bien en el mundo del arte, de la escuela de escultura Couturier y de la belleza del cuerpo humano (Dorothée Blank). Recuerda de alguna manera la adoración que hace Chaplin al inicio de ‘Luces en la Ciudad’ cuando se queda contemplando una escultura de una mujer desnuda en un escaparate de una galería de arte (justo después de mofarse del cine sonoro). Una clara protesta de Chaplin a la prohibición del desnudo que el código Hays impuso. Protesta a la que, de forma elegante, Agnès Varda se suma, como tantos otros y otras que encuentran excesivamente casto o ridículo el cine norteamericano al empeñarse en vestir los desnudos.
Pero el film también incluye, a mi entender, un manifiesto metafórico de rechazo a los espectáculos de terror y violencia que a tanta gente atraen y gustan. Esos corros de parisinos en la calle mirando al hombre que se come unas cuantas ranas vivas y después las vomita (nauseas y terror) o el exhibicionista que se atraviesa el brazo con un hierro (violencia y tortura) producen en Cléo una repulsa contundente e instintiva. La misma que muchas personas sienten ante el terror y la violencia que a menudo aparecen en el cine.
Ello nos lleva a ciertas reflexiones y preguntas ¿Que emociones y sentimientos nos transmiten ese tipo de cintas? ¿Hasta que punto nuestro sistema límbico queda afectado por visionar películas de terror, torturas o violaciones? ¿Quien se plantea la ética de lo que vemos y aprendemos en el cine? ¿Realidad y ficción están interrelacionadas?
Un filme ligero y denso, claro y barroco, natural y emblemático, delicado y brutal, curioso y actual.
Pura Novelle Vague que abre miras, que canta a la vida. Nos habla del amor, la amistad, el éxito, la curiosidad, el saber y la música.
Una banda musical de Michel Legrand magnífica y heterodoxa. Ante las cámaras, aparece tocando el piano -como Bob-, acompañado por el letrista Serge Korber -como Maurice- en el simpático capítulo VI 'Bob' 17:31 a 17:38 y en el capítulo de transición VII 'Cléo' 17:38 a 17:45
Una lección de cine, también un documental del París de 1961. Incluso un homenaje al cine mudo (cine dentro del cine con las actuaciones de Jean-Luc Godard, Anna Karina, Samy Frey, Georges de Beauregard, Danièle Delorme, Yves Robert, Alan Scott, Jean-Claude Brialy y Eddie Constantine. A mi modo de ver, en Cléo de 5 a 7 hay hasta un manifiesto oculto sobre el espectáculo cinematográfico.
Un filme que a cada nueva visualización lo amaremos -con todos sus defectos- un poco más, hasta terminar siendo totalmente entrañable y delicioso.
Una Cléo (Corinne Marchand) espléndida, adorable, llena de vitalidad y su amiga Dorothée (Dorothée Blanck) una belleza exquisita y alegre.
Precioso blanco y negro (color solo en los cuatro minutos iniciales) con encuadres peculiares y novedosos. Agnès Varda provenía del mundo de la fotografía como ya observamos en su primer film “La pointe courte” (1955).
Recuerdo la extraña casa-estudio- de Cléo donde encontramos las islas de vida: el tocador, el piano, la cama... y esos gatitos jugando por doquier que animan la acción
Un insólito tiempo real, sin cortes, 90 minutos de la vida de de Cléo. Nada aburrido, ni académico. Especialmente memorable cuando te fijas en ello.
A la mitad del film, en el capítulo VII 17:38 a 17:45, es cuando canta la emocionante canción “Sans toi”, (‘si llegas tarde estaré enterrada’) cuándo se impregna del sentido de desesperación y muerte. Quitándose la peluca dice “¡si me pudiera sacar también la cabeza!” Es el inicio de la segunda parte, con la transición del blanco al negro, del interior al exterior, del ensayo musical de Cléo a ese niño tocando el piano de juguete en la callejuela...
Simplemente genial.
Manifiesto oculto sobre el cine
Agnès Varda nos habla del auténtico cine, el séptimo, el que contempla al arte, el que se convierte en él. Esos elegantes travellings en una especie de recorrido iniciático, como quien descubre el Partenón, nos introducen muy bien en el mundo del arte, de la escuela de escultura Couturier y de la belleza del cuerpo humano (Dorothée Blank). Recuerda de alguna manera la adoración que hace Chaplin al inicio de ‘Luces en la Ciudad’ cuando se queda contemplando una escultura de una mujer desnuda en un escaparate de una galería de arte (justo después de mofarse del cine sonoro). Una clara protesta de Chaplin a la prohibición del desnudo que el código Hays impuso. Protesta a la que, de forma elegante, Agnès Varda se suma, como tantos otros y otras que encuentran excesivamente casto o ridículo el cine norteamericano al empeñarse en vestir los desnudos.
Pero el film también incluye, a mi entender, un manifiesto metafórico de rechazo a los espectáculos de terror y violencia que a tanta gente atraen y gustan. Esos corros de parisinos en la calle mirando al hombre que se come unas cuantas ranas vivas y después las vomita (nauseas y terror) o el exhibicionista que se atraviesa el brazo con un hierro (violencia y tortura) producen en Cléo una repulsa contundente e instintiva. La misma que muchas personas sienten ante el terror y la violencia que a menudo aparecen en el cine.
Ello nos lleva a ciertas reflexiones y preguntas ¿Que emociones y sentimientos nos transmiten ese tipo de cintas? ¿Hasta que punto nuestro sistema límbico queda afectado por visionar películas de terror, torturas o violaciones? ¿Quien se plantea la ética de lo que vemos y aprendemos en el cine? ¿Realidad y ficción están interrelacionadas?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
4 notas con 2 fugas a Louis Malle
A Cléo, hace dos días le han hecho unas pruebas en una clínica para saber si tiene cáncer. La adivina nos ha confirmado el diagnóstico al inicio del filme, justo antes del Capítulo I. Cléo está inquieta y preocupada a la espera que le den los resultados en unas horas. Pero la intensidad de la vida no le permite desfallecer, la vida continua.
Su amante (capítulo Capítulo V 'Cléo' de 17:25 a 17:31)
Cuatro años antes Louis Malle había estrenado los Amantes, con el mismo amante educado y apuesto interpretado por José Luis de Vilallonga. Raoul se llama en el filme de Malle y José (parte de su nombre real) en el film de Agnès Varda. Es cómo en el filme de Malle: generoso, rico, enamorado, respetuoso, complaciente, atento, pero es "El amante du momento" porque siempre tiene muy poco tiempo.
Capítulo VIII de 17:45 a 17: 52
Cleo llega al café Dôme. Mucha gente real en el bar, la propia Agnès Varda, y algunos conocidos de la época. La ficción y el documental se entremezclan. Más allá, los espejos en la columna producen en un instante un efecto dinámico frenético que recordaremos poco después al ver una geometría parecida en el vestido de su amiga Dorothée (Dorothée Blanck).
Hacia el final, en el parque, donde no hay nadie, su espíritu inquieto recobra la paz. Allí aparece el soldado Antoine (Antoine Bourseiller) que la distrae, la ilusiona, la enseña, la calma, la acompaña al hospital y la enamora. Le llama por su otro nombre, Florence de Flor, la reina de la primavera aunque ya sea el primer día del verano. Florence es también el nombre de la protagonista del "ascensor para el cadalso" que Louis Malle había filmado cuatro años antes.
A Cléo, hace dos días le han hecho unas pruebas en una clínica para saber si tiene cáncer. La adivina nos ha confirmado el diagnóstico al inicio del filme, justo antes del Capítulo I. Cléo está inquieta y preocupada a la espera que le den los resultados en unas horas. Pero la intensidad de la vida no le permite desfallecer, la vida continua.
Su amante (capítulo Capítulo V 'Cléo' de 17:25 a 17:31)
Cuatro años antes Louis Malle había estrenado los Amantes, con el mismo amante educado y apuesto interpretado por José Luis de Vilallonga. Raoul se llama en el filme de Malle y José (parte de su nombre real) en el film de Agnès Varda. Es cómo en el filme de Malle: generoso, rico, enamorado, respetuoso, complaciente, atento, pero es "El amante du momento" porque siempre tiene muy poco tiempo.
Capítulo VIII de 17:45 a 17: 52
Cleo llega al café Dôme. Mucha gente real en el bar, la propia Agnès Varda, y algunos conocidos de la época. La ficción y el documental se entremezclan. Más allá, los espejos en la columna producen en un instante un efecto dinámico frenético que recordaremos poco después al ver una geometría parecida en el vestido de su amiga Dorothée (Dorothée Blanck).
Hacia el final, en el parque, donde no hay nadie, su espíritu inquieto recobra la paz. Allí aparece el soldado Antoine (Antoine Bourseiller) que la distrae, la ilusiona, la enseña, la calma, la acompaña al hospital y la enamora. Le llama por su otro nombre, Florence de Flor, la reina de la primavera aunque ya sea el primer día del verano. Florence es también el nombre de la protagonista del "ascensor para el cadalso" que Louis Malle había filmado cuatro años antes.