“Mustang” es una durísima historia de cinco hermanas huérfanas sometidas a las opresoras reglas de la tradición religiosa truca más arcaica, que busca exaltar todos los aspectos más negativos de sus dogmas, indagando en cada uno de los matices de retroceso social más dañinos para las personas y para el progreso, la cara más oscura de la tradición musulmana en Turquía.

El periplo de las cinco hermanas para luchar (o no) en contra de esta inercia familiar (y social) es poderosísimo. El film busca ensalzar un mensaje de contenido feminista: mujeres rebeldes, independientes e inteligentes que se enfrentan a los mandatos de la estructura social patriarcal que las rodea, perdiendo, por el camino, la inocencia, la juventud y todo lo que necesitaban. El amor entre ellas y las relaciones entre las mujeres de la familia que vislumbran suspiros de sororidad, brillan de forma intermitente pero sistemática a lo largo de toda la película. Desde este ángulo, la propuesta es excelente; trama, imágenes y estética audiovisual.

Otro ángulo, plot twist. “Mustang” deja pensar muy poco al espectador. Está muy claro quiénes son los buenos y quiénes los malos y, en términos de religiones y disputas Oriente-Occidente, esta moraleja fácil puede ser peligrosa y arriesgada. Esta asociación tan evidente de quiénes son los involucionistas y quiénes no, sin dejar el margen y el espacio necesario para la complejidad que este tema requiere, poco conviene en momentos en que los extremos sobresalen tanto.