Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Alberto M Laguía:
7
Drama A finales del siglo XIX, el doctor Frederick Treves descubre en un circo a un hombre llamado John Merrick. Se trata de un ciudadano británico con la cabeza monstruosamente deformada, que vive en una situación de constante humillación y sufrimiento al ser exhibido diariamente como una atracción de feria. (FILMAFFINITY)
11 de junio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra reconciliación! Y esta vez con David Lynch! Vi esta película hace dos días y desde ese momento sólo quiero leer más y más sobre la conmovedora y maltratada vida de John Merrick, el hombre elefante. Quizá se trate de la película más lineal de Lynch (por no decir, una de las pocas que se entiende sin necesidad de recurrir a ayuda química) y, por ello, la que más me ha gustado.

Como decía, la película retrata el momento en el que John Merrick, enfermo del Síndrome de Proteus (como muchos años después de su muerte se descubrió) conoció al doctor Freddie Treves (Anthony Hopkins), y éste trató de apartarlo de una vida condenada a los circos de freaks (la escena de la liberación de la jaula donde está recluido Merrick, recuerda a la película de Tod Browning “La parada de los monstruos” de 1932) para poderle dar una vida más humana sin que esto supusiera curarlo de su enfermedad (como el doctor llega a confesar en el film). Resulta interesante el tormento de Treves cuando le pregunta a su esposa: “¿Soy yo distinto al hombre que lo trataba como feria de circo?”.

Lo que más destacaría, sin duda, es el guion adaptado de esta película, también llevado a cabo, entre otros, por David Lynch. Las interpretaciones no se quedan cortas, sobretodo la de John Hurt, haciendo de Merrick con sus decenas de capas de maquillaje y, en segundo lugar, de Hopkins, actuando como el compasivo y persistente doctor. Por otra parte, la decisión de realizar el largometraje en blanco y negro siendo de 1980, creo que es un acierto y nos facilita impregnarnos del ambiente lúgubre y tenebroso de la Inglaterra dickensiana, perfectamente escenificada por una excelente dirección artística. El blanco y negro no sólo permitió darle el toque clásico a la película, sino ocultar posibles defectos en el maquillaje y, sobretodo, poder intercalar imágenes reales de archivo de la Inglaterra de la época.

La transición entre escenas, aunque el montaje fuera nominado al Oscar, me ha parecido simple (un fundido a oscuros, y pasamos al siguiente fotograma), aunque probablemente Lynch escogiera este recurso para darle el toque clásico que busca con la narrativa, apoyado siempre por el blanco y negro.

Me gustaría hacer especial mención a la banda sonora de John Morris (a quien ya conocíamos por “El Jovencito Frankenstein” -por cierto, está película está producida por Mel Brooks, quien decidió no salir en los títulos, quizá pra evitar que la gente pensara que se trataba de una comedia-) y aunque rompe con la composición original de Morris, me pone la piel de gallina escuchar el melancólico y dramático “Adagio para cuerdas” de Barber.

En definitiva, una tierna película bien explicada, bien acabada, que describe la dualidad del comportamiento humano (maldad y bondad) y que difícilmente olvidaremos en nuestra vida.
Alberto M Laguía
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow