Paul Schrader un director tan prolífico como mediocre se lanzó a rodar este film independiente y de bajo presupuesto intentando hacer un giro contracorriente dentro del cine de espectáculo yahkie. Le salió mal.

De esa manera cambia el rápido ritmo cinematográfico de sus películas (Como perros salvajes, Caza al terrorista) por uno tan cansino que llama al sopor.

También cambia el tono espectacular de sus historias antes filmadas por un tono mucho que intenta ser más intimista y más solemne sin lograr siquiera la profundidad adecuada así el relato se convierte en un discurrir de diálogos que parecen profundos pero son en verdad vanas discusiones dignas de un bar de borrachines.

Soy consciente que al cine (y a toda la cultura yankie) no se le puede pedir profundidad ni seriedad alguna más allá de temas un poco más allá de lo superficial pero generar un relato existencial del modo en que lo hace Schrader es una afrenta a la inteligencia del espectador.

Para aquellos que aman el cine y tienen miles de horas frente a pantallas seguramente no se les pasará por alto el recuerdo a la magnífica película "Los comulgantes" de Bergman de cual intenta copiar -sin éxito- la historia de base y su clima. Por supuesto que le ha salido mal, muy mal, el intento de copiar al mejor director de cine existencial de la historia que ha sido Ingmar Bergman.

Le ha salido mal porque Schader no es Ingmar Bergman, ni Ethan Hawke es Gunnar Björnstrand, pues no tienen siquiera nada de lo que les sobra a los otros que es talento. Así El reverendo se convierte en una mala y olvidable copia de la excelsa Los comulgantes.

Una muestra más de la mediocridad del cine yankie.