Una película bastante rara que presenta una innovadora forma de comedia absurda creada a raiz de un humor inteligente propio de los ingleses. Escenas absurdas, personajes absurdos, lo que no es lo mismo que malos. A destacar el robot cuya inteligencia artificial es psico-depresiva o el personaje de Malcovich que no tiene ojos, son pequeños detalles que hacen de esta película algo especial. Sin una estructura clara, con un personaje sin un objetivo definido, la película está construida de tal manera que al acabar, nos parece redonda y, esto, a nivel de guión, es algo muy difícil de encontrar en el cine comercial. Quizás, lo único malo a destacar es la actuación de Sam Rockwell, actor que, en los últimos años, lo he empezado a conocer y me ha parecido excelente en películas como Moon o La Milla Verde, y que aquí, ya puede ser por el doblaje o el personaje, no me acabó de gustar. Una película para amantes de la ciencia-ficción y del surrealismo, que presenta muchas incógnitas que no las resuelve ni hace falta (por eso lo surrealista). Y muy divertida.