The world of Kanako es una película prodigiosa de un director prodigioso. Tiene tantas cosas buenas que uno no sabe muy bien por dónde empezar. Una película ideal para los que disfruten tanto como yo del cine de Nakashima ya la misma vez bastante adecuada para aquellos que se inician en su peculiar forma de hacer cine.

Y es que esta película es como si dos de sus películas que más me gustan hubieran tenido un hijo nacido en Corea. Confessions y memories of Matsuko son las dos películas que más me han llenado no sólo del cine oriental sino a nivel mundial. The world of Kanako toma de alguna manera estas dos películas y las fusiona creando algo bastante propio aunque levemente alejado del toque Nakashima mucho más presente en sus anteriores obras.

Las similitudes con Confessions faltan prácticamente a la vista y no hace falta detenerse tanto en ello. Adolescentes atormentados en pasillos azulados de instituto que acaban explotando en una sucesión de eventos violentos con duros resultados. Tetsuya Nakashima vuelve en esta película apuntar a uno de los males de la sociedad japonesa y lo utiliza tanto para criticarlo como para mostrarlo dentro de un contexto mucho más adulto. De hecho tanto Confessions como la parte de esta película que toca ese tema muestran de manera idónea esa delgada línea entre la niñez y la adolescencia que muchos atraviesan en distintos momentos. Es como si todos jugarán en un tablero pero a un distinto juego.

Lo que no se ve tan palpable son las similitudes con memories of Matsuko. Mejor dicho, the world of Kanako es un poco el acrónimo de dicha película. Si en Matsuko encontramos una historia de autorrealización a través de los recortes de la vida de la protagonista desde los ojos de su sobrino, aquí lo que encontramos es una historia de autodestrucción por parte de las partes implicadas. Caminos distintos que tienen como meta el encontrarse a sí mismos. Está claro que a Tetsuya Nakashima se le da bien eso de tener un protagonista en la sombra. Tanto como en esta película como en ya otras que hemos visto del director es un recurso que emplea con sabiduría.

Pero además de todo esto y de contar con esas dos bases de películas que tanto me gustan hay que destacar que es como si Tetsuya Nakashima hubiera pasado un tiempo en Corea y se hubiera visto un montón de estas buenas películas donde la violencia y la venganza están al orden del día. La verdad es que no recuerdo una película tan violenta del director aunque no llega a ser desagradable ningún momento. Una violencia bien llevada y que está justificada con el carisma y la personalidad de sus personajes punto completamente necesario para la película y no simplemente un reclamo para el espectador común tal y como debe ser.

Pero si hay algo que me gusta de the world of Kanako es la manera en la que te pierde durante la película. Hacía muchos años por no decir más de una década, que una película no me hacía sentir tan perdido a la hora de intentar averiguar por donde iban a ir los tiros. Hubo un momento en el que incluso bajé los brazos y directamente me rendí y me dejé llevar por lo que me quisiera ofrecer el director. Es muy difícil que puedas intuir el hilo argumental ver la película y sobre todo las implicaciones morales y sentimentales que desprende. Una película totalmente atípica de antihéroes humanizados.

Por criticar algo simplemente mencionar que Nakashima se olvida un poco de su plasticidad y de sus mundos coloridos. Tiene pequeñas pinceladas que son casi orgasmicas pero nada que ver con las anteriores películas. Es algo que de alguna manera también limitó en Confessions y que empiezo a echar de menos. Está bien que pruebe a hacer cosas nuevas y que le salgan además también como esta película y su anterior pero no veo en ellas tanta personalidad como en las anteriores. Siempre un poco más de Nakashima es bienvenido.

Quitando el hecho de que le falta ese impacto visual, the world of Kanako es una película que puede resumir un poco su filmografía. De alguna manera una demostración de su cine antes de probablemente ir a otros derroteros. Lo único que tengo claro es que vaya donde vaya yo lo estaré esperando.