Un curioso experimento de Thomas Jane que entretiene y sobre todo sorprende por su extraña técnica que, en otro momento parecería hasta cutre. Lo que vemos no es motivo del bajo presupuesto, lo que vemos fue hecho voluntariamente y, contra todo pronóstico, es lo mejor de la película. Se aplican además filtros que hacen algunas escenas tan raras como encantadoras, lo que consigue que una película como Dark Country con alma casi telefílmica acabe siendo algo diferente y original como mínimo.

Dejando de lado las virtudes técnicas basadas en esa originalidad, Thomas Jane no ha acertado con la historia ni con la forma de contarla. Demasiado extraña incluso para los tiempos que corren y yo diría que un tanto inconclusa aunque al mismo tiempo atrevida.

Dark Country es como un episodio de Creepshow largo, hasta la música y el regustillo que deja al final es el de aquellas películas (incluso recuerdo un fragmento de Creepshow que iba de un hombre atropellado por accidente en la carretera). No se el grado de homenaje que habrá en esta curiosa producción, pero desde luego es bastante inesperado. Incluso en la película hay momentos para la comedia negra y otros géneros que tan bien casan dentro del cine.

Parece mentira lo bien que quedan las road movie en zonas desérticas como los desiertos americanos. Esa sensación de estar solo en muchos kilómetros a la redonda queda bien plasmada por Thomas Jane. Un director que si bien no es una maravilla ha consegudio con esta primera película que le de una oportunidad para sus próximos proyectos. Interpretativamente no hace el papel de su vida, pero entra bien en el contexto de la película.

Curiosa, original y por lo menos con intención de ser diferente, aunque tampoco es que sea recomendable para el público en general.