Tenía ganas de ver esta película porque todo lo que huela a ciencia ficción me llama poderosamente. Iba con reservas, sabedor de que iba a poder disfrutarla cuanto más abandonara el cerebro durante su visionado. Me dispuse a darle al play entre montañas de comida basura y, efectivamente, mi yo más básico disfrutó como un enano con esas imágenes de naves gigantescas sobre miradores privilegiados.

"Todo bien", pensé dentro de mí. La primera ola ya un clásico, casi esperable. La segunda ola muy literal. La tercera ola algo más ingeniosa. La cuarta ola donde empieza la película y la quinta ola cerca de llegar. Pues sí, todo estaría bien si no fuera porque todo eso dura un cuarto de hora. Un buen cuarto de hora para lo que uno busca en esta película, pero a partir de ahí nada de nada.

Mucha supervivencia, pero muy juvenil. La quinta ola parece más una acampada de adolescentes hormonados que una invasión extraterrestre. El derroche de efectos de los primeros minutos se olvida y se nos ofrece una película que visualmente es terrible, y que cinematográficamente se codea con cualquier producción del canal Syfy con música de telefilm de tarde. Una historia aburrida, mal llevada y con un desarrollo lamentable que no ayuda a superar el mal trago que supone ver esta invasión. Señores directores, invadan bien la Tierra, pongan sus naves encima de la casa blanca y lancen llamas de fuego por las calles si así lo desean, pero no se queden en este terreno tan neutral, aburrido para el espectador que busca chicha y extremadamente insuficiente para aquél que sólo ha traído los ojos al cine.

Son tantos los despropósitos de esta película que soy incapaz de hablar de ella sin destruirla, y me ha producido tal decepción que no me merece la pena dedicarle un tiempo en ese rinconcito dedicado a la crítica con spoiler. Tan sólo diré que esta película hubiera sido bien divertida si se hubiera llamado "La Quincuagésima Ola" y nos hubiéramos tragado unas dos horas como los primeros 20 minutos con un montón de olas absurdas. Así, sin historia, ni actores, ni leches.