Tras las pruebas que supusieron los cortometrajes Katasumi y 4444444444, Shimizu daba vida a una de las piedras angulares del J-horror. Su maldición empezaba con un paso telefilmico pero cláramente sentaba todas las bases para que un par de años después nos aterrara con la inimitable versión final de su terror que tanto practicó.

Como digo, Ju-on es una experiencia "telefilmica" cuya falta de valores de producción se nota a la legua. Esto, en lugar de ser algo perjudicial, acaba teniendo algo mágico que hace de esta versión una de las más aclamadas por parte de los fans de la saga. No hay color técnicamente entre ésta y las películas hechas para la gran pantalla, pero ver Ju-on de alguna manera capa un poco la experiencia de aquéllas al poner en práctica muchas cosas que luego veríamos.

Es una película mucho más cruda y fácil de entender. Más directa. La película se sigue dividiendo en pequeños relatos de final aterrador y nexo común, que no necesitan de grandes artificios y efectos para aterrar. Lo psicológico se da la mano con el terror más primario, y Shimizu tiene cierto arte para atacar a nuestros miedos más interiorizados.

Todavía a día de hoy una de las mejores experiencias J-horror disponibles.