El único culpable de que La trampa del mal no me llegara a convencer fui yo mismo. Deposité enormes esperanzas en una película que tiene que ser vista simplemente como una más, pero todo lo que me rodeaba me empujaba a ver esta película como algo original y sorprenderte. Nada más lejos de la realidad. Aconsejada por mucha gente que me rodea y mucho más precipitada hacia mi al comprobar que Shyamalan andaba por detrás del proyecto, le di una de esas oportunidades que se dan casi inconscientemente en forma de "esta película me va a gustar". Sin embargo, ese sentimiento es un arma de doble filo que puede jugar en su contra demasiado fácilmente.

Y fue justamente eso lo que me sucedió. Me mantuve esperando un giro, un algo que cambiara toda la película cuando menos lo esperara, pero eso nunca llegó. Lo que si llegó fue una explicación hilarante con una tostada de por medio que hizo que cambiara mi chip a ese modo "es una película más" inmediatamente. Recuerdo pocas escenas en el cine que queden tan ridículas como ese momento de la tostada.

Así que, una vez que consigues olvidarte un poco de que tenías una fe distinta cuando empezaste a verla y la empiezas a ver un poco más palomiteramente, se te hace un poco más amena, por lo menos intentando que, aunque no fuera una película de 10 llegara al 6, pero ni siquiera eso porque el final también juega en su contra.

Actores telefilmicos, dirección estándar y argumento tan enrevesado como irreal. Me puedo llegar a creer que esta película saliera de la mente de Shyamalan, pero doy por hecho que es un descarte suyo que otra persona cogió y lo llevó a la gran pantalla. Desafortunada pero tampoco como para incinerarla en vida.