Una película con más encanto del que recordaba, que viene a dar los últimos coletazos del humor abusrdo que de alguna manera, a veces con más pena que gloria, reinó durante los años 90.

Esta primera entrega de Austin Powers todavía no fue, en España, el festival de doblaje que vino en la segunda y tercera parte. Por ello, pierde "encanto patrio", pero a la misma vez tengo la sensación de que a veces es más imaginativa que incluso la laureada segunda parte, por la que entiendo y comparto la pasión.

Una tontería que hay que saborear más de una vez en la vida.