Parásitos es el triunfo de un cine que se llevaba gestando muchísimo tiempo, y que hasta hace bien poco era considerado casi un género de culto. Bong Joon-ho es un gran director, pero los que llevan viendo este tipo de cine no pueden dejar de sentir que el éxito de parásitos no es más que la consecuencia de las aportaciones de varios grandes nombres en la dirección que han ido apareciendo en las últimas décadas. Bong Joon-ho firma una película muy buena, y sí, con permiso de otras podría llegar a decir que es mi película favorita del director, pero su función ha acabado siendo más la de un representante de relaciones internacionales que la de una película que, por sí misma y casi por definición, cuesta entender cómo ha gustado a la academia.

Y quiero repetir que considero a Parásitos una película excepcional que me ha encantado, y que sin duda merece el premio a mejor película del año, a pesar de que tampoco he visto muchas de su año, pero también pienso que otras anteriores estaban al mismo nivel, y fueron ignoradas en su momento. Lo que quiero decir es, básicamente, que Parásitos es una gran película pero que también se ha puesto de moda.

Bong Joon-ho realiza una reflexión sociológica como acostumbra en todas sus películas, y esta vez refleja en un thriller cómico el clasismo. En lugar de mezclar el thriller con la comedia, lo cual suele llevar a la comedia negra, en Parásitos tenemos escenas que claramente se van decantando y dando bandazos entre uno y otro, dando un resultado incluso incómodo para el espectador que no sabe con qué cara afrontar el siguiente pasaje.

Una película excelente, de un cine que lleva siendo notable desde hace años.