Collet-Serra nos vuelve a traer al temido tiburón pero, en lugar de presentarlo como un slasher como hiciera Spielberg en su pelotazo de 1975, lo mete dentro de una historia de supervivencia. Blake Lively no está de Oscar, desde luego, pero lo hace lo suficientemente bien como para aguantar el peso protagonista en una película donde ella, junto al escualo, acaparan todo el elenco de personajes.

Fuera de esto, no nos queda mucho. Los ataques del tiburón cada vez que se le presenta algún aperitivo no son demasiado vistosos, e incluso tienen tiempo de caer en el siempre amateur género del metraje encontrado. Fuera de esto, la cinta se completa con tomas aéreas increíbles, hasta el punto de que lo que más recuerdo de la película son estas espectaculares tomas y no la verdadera acción de la misma. Puede sonar muy básico, pero mejora realmente la producción -o visto desde otra manera, la película no es tan interesante cuando esas tomas quedan por encima de lo demás-.

Probablemente una película a olvidar, pero cumple bien su función.