Parecía que todo iba a acabar y que no íbamos a encontrar una buena justificación a estas tres precuelas de la trilogía original, pero gracias a Dios esta última entrega no sólo supera a sus anteriores sino que mantiene un nivel lo suficientemente alto como para pelearse con las clásicas. Puede que no alcance al imperio contraataca pero por ejemplo sí que tengo claro que es una mejor resolución de esta trilogía que la que fue el retorno del Jedi para la suya.

Lo que sí que es innegable es el hecho de que Hayden Christensen no es el mejor Vader posible. Sí que es verdad que mejora con respecto al ataque de los clones pero su actuación todavía deja mucho que desear. Por fortuna esto no empaña el tratamiento de Vader como personaje y su transformación queda en pantalla de una manera muy acertada. Puede que estas tres películas que nos acompañaron en la primera década de los 2000 no sean del gusto de todos, pero esta película acaba por explotar dejándonos una gran transformación de Anakin a Darth Vader que, seamos sinceros, era lo que más nos importaba ver. Aunque tardíamente el objetivo se cumplió.

Estamos sin duda ante el episodio más oscuro de las dos primeras trilogías de Star Wars. El imperio contraataca también tenía un desarrollo un tanto oscuro pero lo de esta película es todavía superior. Si bien al principio le cuesta entrar en dinámica, cuando lo consigues es imposible dejar de mirar la pantalla. Además los efectos especiales han evolucionado considerablemente desde el ataque de los clones y todavía a día de hoy se ven muy espectaculares.

George Lucas no se complica demasiado y deja todo bien atado. Una grata sorpresa que de alguna manera beneficia a las dos anteriores.