A mitades de los 90 Jim Carrey estaba muy de moda. Sus papeles en Ace Ventura o Dos Tontos Muy Tontos le coronaron como el gurú de lo estúpido, y miles de seguidores (entre los que me incluyo) crearon una base que todavía a día de hoy perdura a pesar de que sus comedias han adquirido un tono muy distinto.

Un Loco a Domicilio está considerada una mala película, pero simplemente creo que es producto del agotamiento de ver al astro en pantalla. Llevábamos años viéndole explotar sus muecas y sus interpretaciones casi nétamente físicas y Un Loco a Domicilio pagó un poco los platos. Sin embargo, muchos años después, verla supone una grata sorpresa que va más allá de la comedia absurda que propone Ben Stiller. Por pantalla desfilarán grandes magos de la comedia que estaban en su mayoría todavía por explotar. Matthew Broderick está, tal y como requiere su personaje, fuera de todo ese desfile, pero su personaje resulta demasiado insípido.

Es una comedia bastante peculiar con un humor estúpido dentro de lo estúpido. Es probable que tus carcajadas envien más un mensaje de "qué ridículo es todo y qué vergüenza ajena me está dando" que "qué graciosa es la película", pero lo cierto es que a mí me ganó mucho más de lo que esperaba.

Lejos de ser la mejor de Carrey, pero aun así bastante incomprendida.