Hierro 3 es un claro ejemplo de cómo ver cine literalmente. Es una película netamente visual con diálogos casi inexistentes y que desde luego no se echan en falta. La película está cargada de simbolismos y pequeños detalles que la hacen una de esas películas al menos distintas al resto de largometrajes.
La película no obstante, no deja de ser un drama, una historia de amor muy especial y singular que enloquecerá a unos y encantará a otros, dejando un montón de preguntas en el aire que no tienen explicación. Simplemente se cuenta la historia tal y como es, sin exigir un porqué o un para qué dejando esto a la libre imaginación del espectador. Un espectador que tendrá una fuerte empatía con los personajes en todo momento y se identificará con los valores expuestos en pantalla.
La ausencia de diálogos exige de unas interpretaciones cuanto menos sólidas, y así lo son. Sin necesidad de ricos diálogos (o no tan ricos) se consigue expresar más que con ellos y es que, aunque estemos mal acostumbrados, en la vida real no se habla tanto como ocurre en las películas y ni mucho menos se acaba reflexionando en voz alta como en casi todas. Los paisajes por otra parte son urbanos pero ricos en belleza, con planos largos y sugerentes y sobre todo muy descriptivos enfatizando el impacto visual que pretende el director.
El silencioso amor que se nos presenta en este drama romántico es lo que más destaca de la película y es por ello que da título a esta crítica, un puro silencio, que define la película al completo.