Una idea decente para una ejecución lamentable.

Decente como tal tampoco, pero es una de esas ideas que atraen por sí solas, y sin duda es lo que a uno le mantiene atento a la pantalla. Es divertida, es rápida y esa estructura de tres mini películas hace que sea imposible caer en el sopor o el tedio, pero es tan mala...

Y es que John Huddles hace cosas que caen por su propio peso. No hablamos ya de la cara de mustia que trae Sophie Lowe toda la película, hablamos de verdaderas cuestiones argumentales que entierran a la película inmediatamente. Cómo será de grave la cosa que, encantado con este género como siempre estoy, acabé encontrando tantos agujeros que era insalvable. No hablamos de ver la película en modo tocador de narices profesional con el objetivo de encontrar fallos y creernos más listos que el de al lado. Hablamos de agujeros que se abren a cada momento y que dan ganas de meterse en un bunker y no volver a ver una película en toda la vida.

Pero repito, es divertida, así que incluso podría llegar a recomendar verla a determinadas personas que también tengan debilidad por el género. Mal llevada, desde luego, y el final tampoco ayuda. Puedes incluso comulgar con el extraño mensaje de que todos somos igualmente válidos, pero se echa todo tan a perder en miles de momentos que no puedes olvidarte de ello en ningún momento.

Te pasarás toda la película preguntándote la razón de que tus clases de filosofía fueran tan aburridas...