Es innegable que, dentro de su género, la saga Misión Imposible goza de gran nivel. También es innegable que, desde hace ya bastante tiempo, la saga no acaba de tener la presencia que merecería. Personalmente, desde Protocolo Fantasma -una de mis favoritas-, la saga ha ido a menos y ahora mismo despierta más pereza que otra cosa. Con muchos nombres pero pocas ideas, duración siempre excesiva y la sensación de que las ves por inercia.

McQuarrie simplemente paga los platos rotos, pero no es el culpable de una saga que simplemente se está agotando. Por lo demás, muchos destinos distintos para variar en esa sensación de World Tour que acompaña siempre a Tom Cruise como si de una estrella de la música se tratara.

Esperemos que la siguiente entrega remonte, porque necesita ya un giro.