El ladrón de orquídeas es una película única, diferente y que si te pilla a contrapié te gustará todavía más. A pesar de que considero que su parte final está un poco forzada por verse de alguna manera obligada a contar algo, lo cierto es que dice mucho de lo poco que le importa al espectador que exista un desarrollo tradicional en una película que dice tanto y a tantos niveles.

La película de Spike Jonze no es que tire la cuarta pared, es que tira cualquier muro que pueda haber detrás de ti también y se dirige al que está más al fondo. Hay una cantidad de mensajes y propuestas tan especiales que se acaba convirtiendo en una especie de juego a ver cómo se puede retorcer más la idea, e invita al espectador a encontrar el límite a la hora del destinatario. Considero que el propio Spike Jonze se dejó llevar por toda esta vorágine de ideas y se limitó a presentarlas, ofreciendo una película cerrada pero con un montón de lecturas.

Una de esas películas irrepetibles.