Película de mediocre resultado y enorme éxito de taquilla que tiene interés durante la primera parte de la película, a pesar de su inverosimilitud evidente. Todos los tópicos esperables en una película de estas características son aplicables a pesar de que la idea no es del todo mala. Una especie de don que no se trata como tal hasta que el personaje acude a terapia, cosa un tanto contradictoria ya que la inmensa mayoría de los hombres considerarían ese “poder” como un don desde el primer segundo en el que les es concedido y que podría haber dado mucho más juego del que en la película da. Ese primer enfoque erróneo es lo de menos, y como película de sobremesa puede cumplir su papel, con un ritmo adecuado hasta que se empiezan a resolver los problemas de la trama haciendo que el espectador desee más la finalización de la película que otra cosa.
Interpretación solvente (el mejor momento, la prueba de productos de mujer de Nick Marshall bailando en su apartamento) pero que basa todo sus cimientos en un humor sexista que no le favorece en absoluto, aunque es imposible no caer en ello en una película con tal argumento.
Puede estar bien para pasar el rato, pero hay muchas otras películas que la sobrepasan sin ningún tipo de duda en este aspecto.