Sunshine es una de esas óperas espaciales que de vez en cuando salen de la nada y que gustan a unos cuantos y defraudan a unos muchos. La película tiene a priori un argumento tan original como desafiante a las leyes de la ciencia en miles de aspectos, pero la película se empieza a ensuciar a medida que va avanzando con pequeños detalles que la convierten en una película un tanto típica.

Lo mejor de Sunshine, aparte de su apartado técnico con buenos efectos especiales y un concepto realista, es que se aleja de la típica película catastrofista donde todo parece estar más que acabado. Según la historia, la situación es más que crítica, pero en la película uno no tiene esa sensación de estar viendo algo de lo que toda la humanidad dependa (que para eso los americanos lo hacen que ni pintado), parece más bien una misión espacial peligrosa sin más. En la película, quitando el final, se ha prescindido de cualquier secuencia en la tierra, así como en cualquier estación espacial, toda la película transcurre en la nave, lo cual consigue dar una atmosfera de soledad e intimdad muy curiosa alejada de discursitos de presidentes heroicos y demás parafernalia típica del fin del mundo.

Las actuaciones están bien, nuevamente un más que solvente Cillian Murphy y unos secundarios buenos aunque un tanto típicos. El sello de Boyle se nota también durante la cinta, con ese peculiar don que tiene para crear atmósferas nuevas sobre algo que ya ha sido visto millones de veces.

La película tiene algo de original, pero cuando te pones a intentar definir qué es no sabes hacerlo. Realmente la cinta está llena de topicazos que ocurren una y otra vez. La típica situación de "uno de nosotros tiene que sacrificarse" ocurre tantas veces que roza la ridiculez, y a pesar de que se ha evitado el mencionado heroismo es como si todos y cada uno de ellos estuvieran realmente dispuestos a morir sin objeción alguna, siempre apelando a que es más importante la vida de la humanidad que la suya propia, lo cual es lógicamente acertado, solo que me cuesta que en una situación real todo fuera tan sencillo.

La película se podria dividir en tres partes importantes, la primera de ellas es una estupenda parte de ciencia ficción, mientras que la segunda parece más una típica película de terror para terminar con una tercera parte que retoma un poco la ciencia ficción pero que es tan precipitada que deja un mal sabor de boca. La primera de ellas por tanto probablemente sea la mejor, ya que la segunda queda un poco fuera de lugar y, sobre todo, su duración es escasa. El final, precipitado como pocos, liará a más de uno ante el desfile de imágenes y efectos demasiado rápidos por la pantalla.

Danny Boyle consigue hacer una buena película con un recipiente demasiado visto. El resultado pudo ser mucho mejor si llega a manejar con mayor sabiduría los tiempos, pero no deja de ser una noble propuesta para los amantes de la ciencia ficción.