Media votos
8,3
Votos
15
Críticas
15
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Cinema Fulgor:
10
8,4
10.520
Cine negro. Thriller. Intriga. Drama
En un momento crucial de su vida financiera, Gondo (Toshirô Mifune), un directivo de una importante empresa de zapatos, recibe la noticia de que su hijo ha sido secuestrado. El rescate exigido es una gran cantidad de dinero, pero Gondo la necesita para cerrar una negociación que le dará el control de la empresa. (FILMAFFINITY)
9 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El secuestrador tiene razón. Esa casa te pone nervioso. Como si te mirara por encima del hombro.” Los dos policías se han detenido un momento y miran desde abajo la casa que hay sobre la colina, orientada al sur, de donde recibe luz, brisa y calor. Reanudan su marcha y la cámara, en lugar de seguirles, mira ahora hacia abajo y se detiene en un charco infecto, donde se refleja la casa. Desdibujado en el charco aparece por primera vez en él el reflejo del secuestrador, mientras suena el andantino allegretto del famoso quinteto La Trucha de Franz Shubert. La cámara sigue ahora al secuestrador, al que vemos de espaldas, por unas calles sucias y cutres (el arroyo turbio), que contrastan vivamente con la aséptica y pulquérrima casa del empresario Gondo, donde se ha desarrollado hasta ahora la película. El planteamiento ha concluído, comienza el nudo del relato. Del breve desenlace solo diré que es magistral, memorable y soberbio, digno de ser visto una y otra vez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Estamos en el fondo ante una reflexión sobre la envidia, pero tomada mucho más desde el punto
de vista de quien es objeto de ella que de quien la padece hasta límites criminales y enfermizos. Kurosawa es el amo. Su capacidad de expresión a través del cine, la calidad y credibilidad de las actuaciones (yo destacaría a Tsutomu Yamazaki, que en su debut ante las cámaras interpretó de forma soberbia al envidioso secuestrador), todos los recursos que inventó y que luego otros han imitado con mayor o menor fortuna (pienso, por ejemplo en alguna escena de El tercer asesinato de Hirozaku Koreeda). Kurosawa está en lo alto de la colina iluminado por el sol y por los dioses.
Dicho esto, y por aplicar viejas y odiosas calificaciones, considero que la película, sin dejar de ser una nueva maravilla del Maestro, es 3R (para mayores con reparos) porque a mi parecer es moralmente cuestionable e ideológicamente reprobable. Contiene un alegato entusiasta a favor de la pena de muerte y, lo que es peor, no por la muerte de tres desgraciados, ni por el secuestro del hijo de un humilde sirviente, sino como acto de justicia frente al daño económico y moral causado a un hombre poderoso, y un enaltecimiento de la policía al servicio del orden establecido, sin fisuras ni defectos ni errores ni matices.
A pesar de todo ello toda la película, de principio a fin, es soberbia. Destacaría esa escena de los bajos fondos en la que (ya en 1963) presenta a las víctimas de la heroína como muertos vivientes y retrata solo con imágenes los efectos devastadores del síndrome de abstinencia, auténtico descenso a los infiernos de verdad del aquí y ahora de Kurosawa; el rodaje prácticamente sin salir del salón, pero desde diferentes puntos de vista de la parte del planteamiento, siempre buscando la mayor fuerza de la imagen; la deconstrucción del zapato de mierda que los modernos empresarios y conspiradores quieren colocar en el mercado, la aplicación del oficio de zapatero aprendido en la juventud para colocar las trampas en los maletines, la puesta en común de las diferentes investigaciones en la sede de la policía, la identificación por el sonido de la línea de tranvía que suena en la conversación telefónica, la localización simultánea, pero no coordinada por el chofer y por los policías de la casa donde estuvo secuestrado el hijo del primero...y, sobre todas, la escena final. No se la pierdan….Sin reparos.
de vista de quien es objeto de ella que de quien la padece hasta límites criminales y enfermizos. Kurosawa es el amo. Su capacidad de expresión a través del cine, la calidad y credibilidad de las actuaciones (yo destacaría a Tsutomu Yamazaki, que en su debut ante las cámaras interpretó de forma soberbia al envidioso secuestrador), todos los recursos que inventó y que luego otros han imitado con mayor o menor fortuna (pienso, por ejemplo en alguna escena de El tercer asesinato de Hirozaku Koreeda). Kurosawa está en lo alto de la colina iluminado por el sol y por los dioses.
Dicho esto, y por aplicar viejas y odiosas calificaciones, considero que la película, sin dejar de ser una nueva maravilla del Maestro, es 3R (para mayores con reparos) porque a mi parecer es moralmente cuestionable e ideológicamente reprobable. Contiene un alegato entusiasta a favor de la pena de muerte y, lo que es peor, no por la muerte de tres desgraciados, ni por el secuestro del hijo de un humilde sirviente, sino como acto de justicia frente al daño económico y moral causado a un hombre poderoso, y un enaltecimiento de la policía al servicio del orden establecido, sin fisuras ni defectos ni errores ni matices.
A pesar de todo ello toda la película, de principio a fin, es soberbia. Destacaría esa escena de los bajos fondos en la que (ya en 1963) presenta a las víctimas de la heroína como muertos vivientes y retrata solo con imágenes los efectos devastadores del síndrome de abstinencia, auténtico descenso a los infiernos de verdad del aquí y ahora de Kurosawa; el rodaje prácticamente sin salir del salón, pero desde diferentes puntos de vista de la parte del planteamiento, siempre buscando la mayor fuerza de la imagen; la deconstrucción del zapato de mierda que los modernos empresarios y conspiradores quieren colocar en el mercado, la aplicación del oficio de zapatero aprendido en la juventud para colocar las trampas en los maletines, la puesta en común de las diferentes investigaciones en la sede de la policía, la identificación por el sonido de la línea de tranvía que suena en la conversación telefónica, la localización simultánea, pero no coordinada por el chofer y por los policías de la casa donde estuvo secuestrado el hijo del primero...y, sobre todas, la escena final. No se la pierdan….Sin reparos.