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Voto de labutaquitayelmar:
8
Drama. Comedia A Woody Grant, un anciano con síntomas de demencia, le comunican por correo que ha ganado un premio. Cree que se ha hecho rico y obliga a su receloso hijo David a emprender un viaje para ir a cobrarlo. Poco a poco, la relación entre ambos, rota durante años por el alcoholismo de Woody, tomará un cariz distinto para sorpresa de la madre y del triunfador hermano de David. (FILMAFFINITY)
10 de febrero de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El escenario ya nos lo conocemos: Estados del centro-oeste de USA, ancianos con camisas a cuadros y chalecos con gorra de béisbol, furgonetas para transportar aperos a los establos, casas prefabricadas de madera acabadas en punta y soportales donde los ancianos degustan la plácida y meliflua caída del sol.
Los pueblos derrochan espacio, tienen hectáreas de terreno secano a su alrededor donde cualquiera podría montar un bar, con neón en la entrada, que le haga la competencia a la cantina de siempre, a la que probablemente fue la primera o segunda casa de la pequeña ciudad.
Y nunca pasa nada, bueno sí, pasa la vida, las historias de sus gentes, todas conocidas por sus nombres, habitantes humildes, trabajadores (cuando el trabajo llega) y que no saldrán por televisión, ni publicarán best-sellers o ganarán ligas de baloncesto.
Todo sigue su curso predestinado a ritmo de banyo, salvo acontecimientos únicos que sacuden las aguas tranquilas del lugar, acontecimientos como que uno de sus congéneres llegue por fin a triunfar, entendiendo triunfo solamente como la obtención de dinero, ese interruptor que con un “click” te ilumina o te oscurece frente a los demás, así, sin haber cambiado nada, de forma automática y sin mayor esfuerzo que hacerlo saber.
Esta ambientación es la propuesta por el director que ha pretendido ofrecer esta vez una película sencilla y en blanco y negro, como los protagonistas. Tiene algo de road movie, de Quijote de Cervantes donde un anciano busca a su “Dulcinea” particular a pesar de todo y de todos.
Tal vez pueda aburrir a los que acostumbran a disfrutar de ritmos rápidos y sorpresas en el guion.
Un canto a la fuerza de la ilusión, esa gasolina que nos mueve cada día y sin la cual se hace muy cuesta arriba mover el armatoste con el que viajamos. Un canto también a la gente mayor, que tuvo su pasado pero sigue estando ahí, aunque sea en blanco y negro, como la película.
labutaquitayelmar
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