Curiosa película española, una auténtica rareza en nuestra cinematografía.
Se trata de una película de intriga criminal con tintes de comedia, que no tiene demasiada gracia pero se ve sin problema alguna y hace pasar un rato ameno.
Es mediocre, aunque la mejora mucho sus estupendos intérpretes, con una exquisita y compenetrada pareja protagonista (la primera vez que he visto al gran y ya desaparecido Rafael Alonso) y ajustados "secundarios", como Manuel Guitián, Alfredo Mayo o Pilar Gómez Ferrer. Aparte de Vicente Haro, padre en la vida real del simpático Enrique San Francisco.
Tiene una muy bonita fotografía en blanco y negro y el paisaje es ideal, con la preciosa Albarracín, en Teruel. Sus casas suspendidas están resaltadas con unas tomas de cámara anguladas, que las dotan de un halo de misterio, acorde con la historia de robos y asesinatos que se nos está contando.
Como digo, no es una buena película, pero sí merece la pena, aunque sea por contemplar Albarracín y el siempre seguro trabajo de un grupo de intérpretes, por desgracia ya desaparecido casi en su totalidad.