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Voto de Ignacio Larrea:
5
Aventuras. Acción El buscador de tesoros Ben Gates (Cage) se ve de nuevo envuelto en una extraordinaria aventura, en la que se combinan períodos desconocidos de la historia y tesoros ocultos. Cuando una página del diario de John Wilkes Booth, el asesino de Abraham Lincoln, sale a la luz, el tatarabuelo de Ben se ve implicado como el principal instigador del magnicidio. Decidido a probar la inocencia de su antepasado, Ben y su equipo emprenden un viaje ... [+]
18 de mayo de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda aventura fílmica de Ben Gates y sus amigos, dispuestos a poner en peligro sus vidas con tal de encontrar la verdad.
Aquí se sigue sin mayor problema ni búsqueda de imaginación alguna, la estela de su predecesora, resultando ser al final un tebeo de aventuras, presuntamente realistas, pero verdaderamente fantásticas dado lo poco o nada creíble que resulta todo.
No, ya sé que no se trata de parecer creíble, pero es que nada tiene sentido de la medida, y nada es mínimamente verosímil.
Las situaciones, filmadas casi todas a velocidad de vértigo, tanta que apenas el espectador tiene descanso visual, se suceden, digo, de forma que no hay ningún análisis de lo que acontece, siendo todo un aluvión de planos tras planos.
Menos mal que una vez se detiene la cámara y es cuando el protagonista habla por primera vez con el Presidente de Los Estados Unidos. Es el mejor momento de la película, por cuanto los dos hablan, conversan, diciendo cosas de tinte fantástico, pero sin avasallar al espectador con muchos planos, música estridente y situaciones imposibles.
En conjuto se pasa el rato sin el menor problema. Es un entretenimiento fácil y superficial, bastante menos conseguido que su predecesora.
No está mal y la fotografía es bonita, resaltando escenas como la del famoso monte (Rushmore) de las caras de Presidentes de Los Estados Unidos, pero le falta consistencia para ser recordada pasadas varias horas de su visión. Y entre otras cosas, por la facilidad en la que los buenos consiguen sus objetivos, por muy más bien imposibles que sean. De tantas fantasmadas la verdad es que acabas un poco hartín.
Ignacio Larrea
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