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Voto de davilochi:
8
Drama
Después de salir de la cárcel, un delincuente de poca monta se casa con su novia y emprende una vida humilde pero honrada y feliz. Sin embargo, su felicidad se hace añicos a causa de la infidelidad su esposa. Enloquecido por los celos, la mata a ella y a su amante y se oculta en las montañas. (FILMAFFINITY)
4 de diciembre de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando este film de Ademir Kenovic salió a la luz el canto de cisne de Yugoslavia había sido ya entonado, lo cual no deja de ser paradójico por lo arraigada que está la idea de este film en esa Yugoslavia que ha quedado para el recuerdo, voy a tratar de mostrar esto a lo largo de mi crítica. Este film es un privilegio en tanto que podríamos calificarlo de momento congelado en la Historia que nosotros podemos degustar cuantas veces queramos, lo cual nos convierte en espectadores aventajados de un mundo que ya no existe, no al menos tal y como lo muestra la película. Sea como fuere el director bosnio nos tiene acostumbrados a películas de gran calidad, sirvan como ejemplo las inolvidables "El círculo perfecto" u "Ovo malo duse". El espíritu que atraviesa el film es poderoso, la actuación de Slobodan Custic pasa al Hall de la Fama del cine balcánico y todo esto valió un gran reconocimiento al trabajo que rodea a toda esta película en diversos certámenes europeos como el Premio Félix en Francia o el premio a la mejor actriz en Pula, para Snezana Bogdanovic (razones obvias una vez vista la película).
En lo referido a la ambientación hay que reconocer que poco podría decirse de este film sin el acertado resultado de Mustafa Mustafic, a cargo de la fotografía, y del propio Kenovic. Una y otra vez nos encontramos con la sempiterna pobreza exterior de esas pequeñas comunidades dispersas en mitad de Bosnia que, no obstante, es llenada con el calor de los espíritus que se desenvuelven en ésta dando una solemnidad tal al entorno que ningún rey podría darle, porque los lugares se impregnan de aquello que está dentro de los que lo habitan (el mérito de esta mímesis del espacio con lo que creemos propio de sus habitantes corresponde a las excelentes actuaciones de los actores). Por lo general la presión que recae sobre los actores al tratar de reflejar una historia real como ésta acontecida a fines de los años 60 y basada en la vida de Junuz Keco con, además, tal poderío en el imaginario popular (toda Bosnia se hizo eco de los avatares de Keco), sin embargo todos están a la altura del reto.
Antes de empezar a desglosar un poco el contenido del film quiero destacar que el espectador se encuentra aquí con una fuente de primera mano y muy fidedigna de lo que era una comunidad musulmana en la Bosnia de los años 50-70. De este modo asistimos al despliegue de un cine de mentalidades, de la tradición (representada por Kuduz y su propio primo) contra la modernidad (representada en este caso por Badema) y muchos otros elementos que nos ayudaran a comprender un poco mejor aquel microcosmos dentro de la compleja realidad yugoslava.
En lo referido a la ambientación hay que reconocer que poco podría decirse de este film sin el acertado resultado de Mustafa Mustafic, a cargo de la fotografía, y del propio Kenovic. Una y otra vez nos encontramos con la sempiterna pobreza exterior de esas pequeñas comunidades dispersas en mitad de Bosnia que, no obstante, es llenada con el calor de los espíritus que se desenvuelven en ésta dando una solemnidad tal al entorno que ningún rey podría darle, porque los lugares se impregnan de aquello que está dentro de los que lo habitan (el mérito de esta mímesis del espacio con lo que creemos propio de sus habitantes corresponde a las excelentes actuaciones de los actores). Por lo general la presión que recae sobre los actores al tratar de reflejar una historia real como ésta acontecida a fines de los años 60 y basada en la vida de Junuz Keco con, además, tal poderío en el imaginario popular (toda Bosnia se hizo eco de los avatares de Keco), sin embargo todos están a la altura del reto.
Antes de empezar a desglosar un poco el contenido del film quiero destacar que el espectador se encuentra aquí con una fuente de primera mano y muy fidedigna de lo que era una comunidad musulmana en la Bosnia de los años 50-70. De este modo asistimos al despliegue de un cine de mentalidades, de la tradición (representada por Kuduz y su propio primo) contra la modernidad (representada en este caso por Badema) y muchos otros elementos que nos ayudaran a comprender un poco mejor aquel microcosmos dentro de la compleja realidad yugoslava.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En primer lugar salta a la vista que Kenovic quiere familiarizarnos con Kuduz (nombre de Keco en el film) de tal modo que desarrollemos una profunda empatía hacia él. Conforme avanza la película, a pesar de su carácter introvertido y desconcertante, empezamos a pensar que difícilmente podría haber hecho algo Kuduz sin haber mediado una provocación insoportable para su cosmovisión del mundo. De hecho queda patente que Kenovic toma partido por el personaje hasta el punto de dejarnos intuir que en su conflicto con el policía (intepretado magistralmente, como siempre, por Mustafa Nadarevic) tuvo que haber algo más, pero esto es, obviamente, algo que no trasciende en la película: como en todo aspecto oscuro de una biografía el artista opta por introducir elementos de ficción (de hecho es significativo el contraste entre el policía, bebedor empedernido e inepto y Kuduz, abstemio y hábil). No obstante hay que reconocer que la sutileza con que muestra el conflicto jugando con la ambigüedad es digna de elogio.
La historia tiene tintes trágicos desde el primer momento. Kuduz y Badema, ambos son hasta cierto punto seres apestados dentro de su comunidad. Por un lado Kuduz había desacatado a la autoridad y, por otro, en una comunidad bastante conservadora y patriarcal como sería la de los musulmanes bosnios en el medio rural una madre soltera como Badema era poco menos que un anatema. Conscientes ambos de la necesidad de limpiar sus nombres deciden casarse. El problema vendrá en el hecho de que Kuduz se aferrará a la mentalidad tradicional como vía para formar una familia; pero Badema, joven atractiva y representante de la modernidad (¡qué había más moderno entonces que unos pantalones vaqueros o haber estado trabajando en la propia Alemania!, mientras tanto Kuduz había pasado los años de su juventud en la cárcel, de ahí su atraso respecto a su esposa), pronto se agobiará por un modo de vida que considera poco menos que cercano a la esclavitud. La flexibilidad de Kuduz alcanzará hasta el punto de dejarla trabajar en un bar (no puede haber un lugar con más connotaciones negativas en la historia del arte que éste), y esa será la apertura de la Caja de Pandora, porque a partir de ahí se sucederán los encuentros de Badema con un profesor cosmopolita a quien considera mucho más interesante que a su bondadoso marido.
Kuduz estuvo muchos meses evadido de la policía en los montes bosnios, hasta que por fin fue capturado (esto es reflejado de un modo excesivamente presuroso por el film). Sin embargo su historia es el paradigma de la tragedia a causa del choque de mentalidades, una muestra de las dificultades para conciliar una vida en pareja (llevada al extremo, por supuesto) y el reflejo de dónde nos puede llevar el amor convertido en obsesión. En cualquier caso quedan para el recuerdo los instantes que Kuduz pasa con la hija de Badema, a la que quiere como si fuera suya, como si fuera el propio aíre que respira. Un amor verdaderamente entrañable.
La historia tiene tintes trágicos desde el primer momento. Kuduz y Badema, ambos son hasta cierto punto seres apestados dentro de su comunidad. Por un lado Kuduz había desacatado a la autoridad y, por otro, en una comunidad bastante conservadora y patriarcal como sería la de los musulmanes bosnios en el medio rural una madre soltera como Badema era poco menos que un anatema. Conscientes ambos de la necesidad de limpiar sus nombres deciden casarse. El problema vendrá en el hecho de que Kuduz se aferrará a la mentalidad tradicional como vía para formar una familia; pero Badema, joven atractiva y representante de la modernidad (¡qué había más moderno entonces que unos pantalones vaqueros o haber estado trabajando en la propia Alemania!, mientras tanto Kuduz había pasado los años de su juventud en la cárcel, de ahí su atraso respecto a su esposa), pronto se agobiará por un modo de vida que considera poco menos que cercano a la esclavitud. La flexibilidad de Kuduz alcanzará hasta el punto de dejarla trabajar en un bar (no puede haber un lugar con más connotaciones negativas en la historia del arte que éste), y esa será la apertura de la Caja de Pandora, porque a partir de ahí se sucederán los encuentros de Badema con un profesor cosmopolita a quien considera mucho más interesante que a su bondadoso marido.
Kuduz estuvo muchos meses evadido de la policía en los montes bosnios, hasta que por fin fue capturado (esto es reflejado de un modo excesivamente presuroso por el film). Sin embargo su historia es el paradigma de la tragedia a causa del choque de mentalidades, una muestra de las dificultades para conciliar una vida en pareja (llevada al extremo, por supuesto) y el reflejo de dónde nos puede llevar el amor convertido en obsesión. En cualquier caso quedan para el recuerdo los instantes que Kuduz pasa con la hija de Badema, a la que quiere como si fuera suya, como si fuera el propio aíre que respira. Un amor verdaderamente entrañable.