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Voto de davilochi:
10
8,1
24.643
Drama
Elisabeth (Liv Ullmann), una célebre actriz de teatro, es hospitalizada tras perder la voz durante una representación de "Electra". Después de ser sometida a una serie de pruebas, el diagnóstico es bueno. Sin embargo, como sigue sin hablar, debe permanecer en la clínica. Alma (Bibi Andersson), la enfermera encargada de cuidarla, intenta romper su mutismo hablándole sin parar. (FILMAFFINITY)
10 de febrero de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película ha de leerse en clave de psicoanálisis, inevitablemente. El trabajo que Ingmar Bergman realiza en esta película es gigantesco y los actores, definitivamente, se salen. En ella se reflejan buena parte de las contradicciones que azotan a los individuos de nuestras sociedades acomodadas: la lucha entre lo que se quiere ser y el punto hacia el que nos empujan nuestros propios actos, la lucha entre las apariencias y el desmoronamiento interior. Este film es la muestra de que toda realidad humana se define por medio de luchas dialécticas. No sé de qué modo podría haberse alcanzado una cinta mejor. Hay que reconocer el mérito de Bergman al optar por 81 minutos de metraje, alcanzando un equilibrio perfecto entre el tiempo y el espacio. El uso de la luz y la sombra simplemente sirve para dar un realce sensacional al drama al que se asiste entre ambas mujeres.
Sigo con spoiler:
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Es difícil determinar si Bergman pretendía mostrarnos a Liv Ullmann y Bibi Andersson como una misma persona o, si bien, su objetivo era simplemente dar a entender que todos los seres de la humanidad se ven azotados por angustias similares. Las escenas finales de la película bien pueden mostrar que la cercanía entre las mujeres había llegado hasta un punto tal que una se convierte en el subconsciente de la otra que hace rezumar a la superficie consciente la realidad más cruda y viceversa. La lucha es poderosa y el dolor intenso al ver como rezuman los traumas autoinducidos por los convencionalismos sociales y el deseo propio. Hay un momento de la conversación entre las dos mujeres en que Andersson le dice a Ullmann que después de ver una de sus películas había creído poder ser como ella haciendo un gran esfuerzo, pues se parecían mucho. Esto refleja varias cosas: la empatía, algo de lo que cada vez se carece más; el sentimiento de alejamiento del ser humano de a pie respecto al mundo del artista, siempre velado por un manto negro, idealizado; el hastío por ser siempre el mismo ser humano, ocupante de una pequeña parcela en el mundo con pequeñas repercusiones sobre las demás cosas; los deseos sexuales reprimidos: simplemente hay que ver la relación entre las dos mujeres que llega a alcanzar clímax visuales de gran intensidad sin llegar a consumarse nada, siendo obvio que, en cierto modo, se desean (en este punto Bergman es tan sutil que sientes la caricia en tu rostro).
Estamos ante lo que puede llamarse una obra maestra, porque es una película atrevida, que va directa a la yugular del mundo en que vivimos.
Estamos ante lo que puede llamarse una obra maestra, porque es una película atrevida, que va directa a la yugular del mundo en que vivimos.