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Voto de davilochi:
9
7,1
1.302
Drama
Bulgaria, siglo XVII, tierra dominada por los turcos. Una joven pareja que vive en un pequeño pueblo cerca de las montañas tiene una hija de corta edad. Un día el padre, que es pastor, sube a las montañas con su rebaño, mientras que la tragedia se abate sobre su familia: un grupo de turcos entra en su cabaña y violan y matan a su mujer en presencia de su pequeña hija. El padre, desolado, lleva a su hija a las montañas y la educa como si ... [+]
13 de julio de 2011
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra joya del cine de Europa oriental y, una vez más, vuelve a mi memoria una obra maestra como "Virdzina", de Karanovic, quien pudo haberse inspirado perfectamente en este clásico de Andonov. Son muchas las leyendas de niñas que se vieron obligadas a crecer como hombres por diferentes circunstancias del destino y, como toda leyenda, experiencias de este tipo tienen su fundamento en la realidad; tratando estos temas con un buen amigo me comentaba que su padre, de niño, era obligado a vestirse como una niña debido a la frustración de la madre por no haber tenido otra cosa que varones. Aunque el ejemplo que comentaba anteriormente se refiere a un caso inverso es un buen reflejo de las contradicciones de la mente humana, sometida a múltiples condicionamientos de tipo cultural y social.
La película de Andonov deja detalles de lo más interesantes, siendo uno de ellos la fantástica ambientación de la atmósfera en que se mueve la película y otro la recreación de los personajes. El film queda encuadrado en algún momento del siglo XVII, más de dos centurias después del inicio del dominio otomano sobre Bulgaria. Se puede calificar a esta película de obra maestra por el simple hecho de que Andonov no cae en el recurso fácil, es decir, presentar a los turcos como seres carentes de humanidad, sino que más bien se limita a reflejar una realidad compleja de coexistencia interétnica caracterizada por una extremada dureza. Los turcos, en clara inferioridad numérica, trataban de mantener su poder imponiendo unas condiciones a menudo poco flexibles sobre los búlgaros, cuyo único deseo, por otro lado, era expulsar a aquéllos, que eran percibidos como invasores sin legitimidad. Andonov hizo un ejercicio de profesionalidad artística si tenemos en cuenta que los tiempos en que fue filmada la película se caracterizaron por los acuerdos entre el gobierno comunista de Sofía y Ankara para la "repatriación" de buena parte de la minoría étnica turca, muy mal vista por la sociedad búlgara. Así pues, el director no cae en los estereotipos y muestra las asperezas de la vida cotidiana -aunque también sus alegrías- y el carácter práctico y cruel de las gentes del mundo rural de la época en Bulgaria.
Es más que posible que el tipo de historia que Andonov nos presenta aquí pueda extrapolarse sin muchos cambios a cualquier lugar del continente europeo de la época: unos jóvenes turcos, creyéndose con derecho a ello por ser jóvenes y, además, hijos de conquistadores violan y asesinan a la mujer de un pástor de cabras, en este caso búlgaro. La hija de ambos, María, sobrevive, pero para garantizar que su vida no correrá riesgo en el futuro su padre decide vestirla y educarla como a un hombre hasta que haya crecido lo suficiente como para consumar su venganza.
La película de Andonov deja detalles de lo más interesantes, siendo uno de ellos la fantástica ambientación de la atmósfera en que se mueve la película y otro la recreación de los personajes. El film queda encuadrado en algún momento del siglo XVII, más de dos centurias después del inicio del dominio otomano sobre Bulgaria. Se puede calificar a esta película de obra maestra por el simple hecho de que Andonov no cae en el recurso fácil, es decir, presentar a los turcos como seres carentes de humanidad, sino que más bien se limita a reflejar una realidad compleja de coexistencia interétnica caracterizada por una extremada dureza. Los turcos, en clara inferioridad numérica, trataban de mantener su poder imponiendo unas condiciones a menudo poco flexibles sobre los búlgaros, cuyo único deseo, por otro lado, era expulsar a aquéllos, que eran percibidos como invasores sin legitimidad. Andonov hizo un ejercicio de profesionalidad artística si tenemos en cuenta que los tiempos en que fue filmada la película se caracterizaron por los acuerdos entre el gobierno comunista de Sofía y Ankara para la "repatriación" de buena parte de la minoría étnica turca, muy mal vista por la sociedad búlgara. Así pues, el director no cae en los estereotipos y muestra las asperezas de la vida cotidiana -aunque también sus alegrías- y el carácter práctico y cruel de las gentes del mundo rural de la época en Bulgaria.
Es más que posible que el tipo de historia que Andonov nos presenta aquí pueda extrapolarse sin muchos cambios a cualquier lugar del continente europeo de la época: unos jóvenes turcos, creyéndose con derecho a ello por ser jóvenes y, además, hijos de conquistadores violan y asesinan a la mujer de un pástor de cabras, en este caso búlgaro. La hija de ambos, María, sobrevive, pero para garantizar que su vida no correrá riesgo en el futuro su padre decide vestirla y educarla como a un hombre hasta que haya crecido lo suficiente como para consumar su venganza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Hay escenas de gran intensidad y simbolismo, siendo dos de ellas la quema de la vivienda familiar a manos del padre de María al inicio de la película y, también, la del marido de ésta a manos de ella al final del film, lo cual da, además, una estructura circular al film. Así nos encontramos con el fuego como elemento purificador que limpia el lugar de la muerte de la maldición que pesa sobre él: esto evita el dolor de observar día a día el lugar donde una vez se fue feliz y donde, al mismo tiempo, se destruyó toda esa felicidad. Como si de una especie de equilibrio universal se tratara la película muestra como la violencia y la venganza acaban generando un círculo vicioso que, al final, se acaba volviendo contra aquel que la desencadenó, por mucho que su acción pudiera estar más o menos justificada (me viene a la cabeza la pesadilla de Robespierre con la guillotina al final de "Danton" de Wajda, por citar un ejemplo concreto).
A menudo la vida es implacable, no ha lugar para el "beatus ille", ni en el día de hoy ni en un pasado cualquiera -por más que les pese a los románticos-. A lo largo de la película María va a ir descubriendo su naturaleza femenina y humana: el amor, la compasión, el perdón, el deseo, la felicidad, etc. Ella, mujer joven, acaba por descubrir que tiene toda una vida por delante, que no todo se puede basar en la traición, sin embargo, su padre, un hombre que había vivido sólo por y para ella y la venganza se consume en ese deseo aciago por conservar lo único que le queda, lo único que la vida no le ha arrebatado: la propia María. Por eso, al descubrir que su hija se ha enamorado de un joven pastor que, como ellos, vive aislado en medio de la montaña lo asesina, tras lo cual María decide inmolarse con él en la casa en llamas al comprender que la suya es una existencia maldita, condenada a vagar y a la cual se le niega la felicidad. Algo así debe comprender su padre cuando al final de la película, destrozado por la muerte de su hija sube a lo alto de un inmenso risco para empezar a lanzar enormes piedras al vacío en una muestra de desafío e impotencia a la vida misma, como reflejo de la insignificancia del hombre ante los caprichos del destino y ante la inmensidad del universo. Sin embargo, no por ello su dolor es menos real y no por ello deja de parecer tan grande como el propio cosmos.
A menudo la vida es implacable, no ha lugar para el "beatus ille", ni en el día de hoy ni en un pasado cualquiera -por más que les pese a los románticos-. A lo largo de la película María va a ir descubriendo su naturaleza femenina y humana: el amor, la compasión, el perdón, el deseo, la felicidad, etc. Ella, mujer joven, acaba por descubrir que tiene toda una vida por delante, que no todo se puede basar en la traición, sin embargo, su padre, un hombre que había vivido sólo por y para ella y la venganza se consume en ese deseo aciago por conservar lo único que le queda, lo único que la vida no le ha arrebatado: la propia María. Por eso, al descubrir que su hija se ha enamorado de un joven pastor que, como ellos, vive aislado en medio de la montaña lo asesina, tras lo cual María decide inmolarse con él en la casa en llamas al comprender que la suya es una existencia maldita, condenada a vagar y a la cual se le niega la felicidad. Algo así debe comprender su padre cuando al final de la película, destrozado por la muerte de su hija sube a lo alto de un inmenso risco para empezar a lanzar enormes piedras al vacío en una muestra de desafío e impotencia a la vida misma, como reflejo de la insignificancia del hombre ante los caprichos del destino y ante la inmensidad del universo. Sin embargo, no por ello su dolor es menos real y no por ello deja de parecer tan grande como el propio cosmos.