Media votos
7,8
Votos
1.391
Críticas
273
Listas
61
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de davilochi:
9
7,2
670
Drama. Bélico
Año 1917, en la frontera rusa durante la Primera Guerra Mundial. Los Blancos zaristas se enfrentan a los Rojos bolcheviques, que son apoyados por voluntarios húngaros. En la inmensa planicie se produce la caza del hombre, la ejecución de prisioneros, los caballos en desbandada... (FILMAFFINITY)
2 de julio de 2011
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película del director húngaro, como se expone en la introducción escrita, se centra en la sangrienta guerra civil surgida en Rusia a raíz de la Revolución del 17, concretamente en un momento en que los triunfos del ejército blanco parecen incontestables en todos los frentes. El talante de guerra total de un conflicto que está plenamente enmarcado en lo que Traverso llamó guerra civil europea queda perfectamente destacado por las palabras de un oficial ruso: "No hay cabida para la misericordia contra los bolqueviques". La irrupción en las guerras del siglo XX de una marcada dimensión ideológica de la que se empaparon los combatientes, quienes se regirían en clave a una lógica dialéctica, convierte al enfrentamiento en una guerra de exterminio sin cuartel, donde no hay más salida que la victoria y la muerte. "¡Aniquilaremos hasta el último hombre!", dice el mismo oficial ruso, "peleamos por nuestras creencias y nuestros santos, peleamos por la verdadera libertad y justicia en Rusia". Algo ha cambiado: el enemigo ya no es un producto de la casualidad o de un momento coyuntural, sino que ahora el enemigo adopta una dimensión existencial en base a la cual se define el combatiente y su idea del mundo, tanto es así que dicha idea del mundo se ve en riesgo mortal ante la simple existencia de ese enemigo. De este hecho parten buena parte de los desastres que jalonan la primera mitad del siglo XX en Europa.
No obstante Miklós Jancsó nos muestra una vez cómo en la historia las cosas nunca son blancas o negras, así, un componente fundamental de este tipo de conflictos -en este caso la guerra civil rusa- como sería la violencia hace que surjan profundas divergencias entre los combatientes en lo que a su uso se refiere. Esto es algo que se puede observar a lo largo de la película, aunque hay varios momentos particularmente significativos, en cualquier caso, por seguir un orden me quiero referir a la disputa existente entre un oficial bolchevique y el protagonista húngaro, combatiente voluntario en el ejército rojo que dice que "Se puede pelear y seguir siendo humano". Este es el debate fundamental del momento fundacional de uno de los episodios más traumáticos de la historia europea: ¿es posible imponer el orden deseado y alcanzar la paz social dentro de éste sin el uso de la violencia, es decir, la represión? Esta es una de las cuestiones esenciales que se plantea la película de Jancsó, más en un país tan marcado por procesos de represión tan significativos a nivel nacional como la revuelta de 1956 aplastada por los tanques soviéticos o, por qué no, las guerra civil húngara de 1919 (remito a la película del mismo director "Silencio y grito"). Finalmente la apuesta por la violencia se impuso sobre cualquier otra vía para la construcción de sociedades y sistemas políticos estables por motivos que ya hemos venido apuntando con anterioridad.
No obstante Miklós Jancsó nos muestra una vez cómo en la historia las cosas nunca son blancas o negras, así, un componente fundamental de este tipo de conflictos -en este caso la guerra civil rusa- como sería la violencia hace que surjan profundas divergencias entre los combatientes en lo que a su uso se refiere. Esto es algo que se puede observar a lo largo de la película, aunque hay varios momentos particularmente significativos, en cualquier caso, por seguir un orden me quiero referir a la disputa existente entre un oficial bolchevique y el protagonista húngaro, combatiente voluntario en el ejército rojo que dice que "Se puede pelear y seguir siendo humano". Este es el debate fundamental del momento fundacional de uno de los episodios más traumáticos de la historia europea: ¿es posible imponer el orden deseado y alcanzar la paz social dentro de éste sin el uso de la violencia, es decir, la represión? Esta es una de las cuestiones esenciales que se plantea la película de Jancsó, más en un país tan marcado por procesos de represión tan significativos a nivel nacional como la revuelta de 1956 aplastada por los tanques soviéticos o, por qué no, las guerra civil húngara de 1919 (remito a la película del mismo director "Silencio y grito"). Finalmente la apuesta por la violencia se impuso sobre cualquier otra vía para la construcción de sociedades y sistemas políticos estables por motivos que ya hemos venido apuntando con anterioridad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En este caso la acción transcurre durante las escaramuzas entre grupos de rusos blancos y del Ejército Rojo en las inmediaciones del río Volga, el cual podemos ver hacia el final del film en su tranquilo y apacible discurrir, ajeno al drama humano que tiene lugar a su alrededor. Aquí priman los tradicionales planos de Miklós Jancsó caracterizados por fondos profundos donde la figura del ser humano queda destacada en su nimiedad ante la inmensidad que lo acoge pero, al mismo tiempo, en su grandeza -entiendo yo- ante su desesperado intento por dominar esos vastos espacios. Jancsó sabe en todo momento reflejar el dramático equilibrio de la lucha del ser humano por sobrevivir en un mundo hostil, más allá de las ideas que cada uno pueda tener.
Pero el director húngaro trata de ir más allá si cabe para tratar de desentrañar las complejidades de un momento histórico excepcional, así nos muestra la perplejidad de los oficiales blancos, incapaces de entender la dimensión internacionalista del conflicto en que combaten, por lo cual no entienden que los extranjeros acudan a combatir a Rusia: "Recuerden, esta es nuestra guerra", dice el oficial blanco, tras lo cual deja marchar a los húngaros capturados. De algún modo no eran capaces de percibir que aquella revolución llevada a cabo por los bolcheviques a finales de 1917 había impactado en el mundo tal y como ningún acontecimiento histórico pudo haberlo hecho antes.
Jancsó nos muestra la extremada violencia y las múltiples formas adoptadas por ésta a lo largo de la guerra civil rusa, las escenas que así lo atestiguan en la película son muchas. Otro elemento fundamental destacado por el director húngaro es la escasa simpatía que los campesinos rusos sentían por los blancos, según Orlando Figes una de las causas de su derrota en la guerra al no contar con una gran masa de apoyo social. Éstos fueron esquilmados, asesinados y sus mujeres violadas: millones de vidas fueron destrozadas a causa del paso de la guerra. Conscientes de lo nocivo de un proceder de tal tipo muchos oficiales blancos castigaron los abusos contra la población civil, considerada a menudo como un enemigo más o como un botín del que podían disfrutar a su antojo. De este modo la violencia también se convierte en el medio para imponer determinados patrones de comportamiento y asegurar la cohesión de las propias fuerzas.
No obstante, el film de Jancsó es una muestra de cómo la guerra afecta a la gente inocente, a aquellos que se encuentran en una zona gris como las enfermeras de ese pequeño hospital donde son cuidados soldados heridos de ambos bandos. Así pues, éstas representarían el último refugio de un humanismo en peligro de extinción frente al combatiente ideologizado: el civil se convierte en un enemigo potencial, de manera que la línea entre el frente y la retaguardia se diluye, más en una guerra caracterizada por la movilidad de las fuerzas militares y por la dispersión de los frentes.
Pero el director húngaro trata de ir más allá si cabe para tratar de desentrañar las complejidades de un momento histórico excepcional, así nos muestra la perplejidad de los oficiales blancos, incapaces de entender la dimensión internacionalista del conflicto en que combaten, por lo cual no entienden que los extranjeros acudan a combatir a Rusia: "Recuerden, esta es nuestra guerra", dice el oficial blanco, tras lo cual deja marchar a los húngaros capturados. De algún modo no eran capaces de percibir que aquella revolución llevada a cabo por los bolcheviques a finales de 1917 había impactado en el mundo tal y como ningún acontecimiento histórico pudo haberlo hecho antes.
Jancsó nos muestra la extremada violencia y las múltiples formas adoptadas por ésta a lo largo de la guerra civil rusa, las escenas que así lo atestiguan en la película son muchas. Otro elemento fundamental destacado por el director húngaro es la escasa simpatía que los campesinos rusos sentían por los blancos, según Orlando Figes una de las causas de su derrota en la guerra al no contar con una gran masa de apoyo social. Éstos fueron esquilmados, asesinados y sus mujeres violadas: millones de vidas fueron destrozadas a causa del paso de la guerra. Conscientes de lo nocivo de un proceder de tal tipo muchos oficiales blancos castigaron los abusos contra la población civil, considerada a menudo como un enemigo más o como un botín del que podían disfrutar a su antojo. De este modo la violencia también se convierte en el medio para imponer determinados patrones de comportamiento y asegurar la cohesión de las propias fuerzas.
No obstante, el film de Jancsó es una muestra de cómo la guerra afecta a la gente inocente, a aquellos que se encuentran en una zona gris como las enfermeras de ese pequeño hospital donde son cuidados soldados heridos de ambos bandos. Así pues, éstas representarían el último refugio de un humanismo en peligro de extinción frente al combatiente ideologizado: el civil se convierte en un enemigo potencial, de manera que la línea entre el frente y la retaguardia se diluye, más en una guerra caracterizada por la movilidad de las fuerzas militares y por la dispersión de los frentes.