La primera escena con Thatcher comprando una botella de leche y quejándose por el precio es ya sintomática del retrato dulce del thatcherismo a lo largo de la película. Ella misma en los 70 siendo ministra de educación retiró las subvenciones que se daban a los niños para que tomaran leche en las escuelas. La robaleches la bautizaron. Pero es que el final de Thatcher como Primera Ministra parece que fue porque se le subió el poder a la cabeza y era un poco déspota con sus miembros del gobierno. En fin, más superficial no puede ser.
La política de Thatcher parece centrarse en solo tres cuestiones: lucha contra la recesión por medio de política liberales, guerra de las Malvinas y su final cuando intenta introducir el Pol Tax. Algún que otro revés antes de llegar a ser Primer Ministro y poco más. Todo muy acelerado, muy por encima, sin profundizar en nada. La película viene a decirnos que Thatcher era una mujer de fuertes convicciones y cuando tomaba una decisión no le temblaban las manos ni tampoco se arrepentía, seguía hasta el final. Bueno, eso ya lo sabíamos, de ahí su sobrenombre.
Por otro lado, no queda claro que relación tenía con su hijo Marc. Ni tampoco cuales fueron las consecuencias de sus políticas...en la película las consecuencias económicas se resumen en una fiesta de ejecutivos y agentes de bolsa bailando muy contentos. ¿Eso fue todo?
Desde luego el retrato de la senilidad está bien hecho, es difícil no ponerse en el papel del personaje, el problema es que no es una anciana cualquiera sino Margaret Thatcher. Así que es difícil no pensar a qué sirve esa empatía que intenta hacernos sentir la directora.
La película no tiene nada que ver con las de Oliver Stone, y está más en la línea de El hundimiento o The Queen aunque resulta muchos menos consistente porque intenta abarcar demasiados aspectos de la vida de esta mujer y al final no logra transmitirnos con seriedad ni uno sólo.
En fin, me quedo con Streep y su retrato de esa horrible enfermedad, el resto mejor olvidarlo...ver a la Thatcher a principios de los 80 defendiendo los recortes para salir de la crisis económica resulta demasiado propagandístico, es lo que oímos todos los días por la TV. Ya veremos si salimos de ésta, a qué precio y con qué consecuencias. De momento la situación actual es heredera de las políticas de los 80. Pero para esas cosas necesitaremos otra película porque ésta no nos sirve.