Es una serie con un argumento que, a priori, es interesante. Serie negra: polis corruptos, mujeres fatales, narcotráfico y cosas así. Hay una historia de venganza, hay una historia de amor y ninguna de ellas es convencional.

Ahí están las premisas, me dije. Voy a darle una oportunidad.

En el segundo episodio, supe que algo no iba bien. Llevábamos más de dos horas de metraje y aquello no avanzaba. El director se entretenía morosamente en travellings circulares muy lentos y unas composiciones de plano fascinantes, muy bellas.

Y, de repente, zasca, zasca, zasca. Esto se pone emocionante, por fin. Pero no. Vuelve a una anodina rutina compositiva. Y así combinando una violencia extrema pero pudorosa con crecimiento de la hierba a cámara lenta van pasando los diez episodios.

La serie tiene su interés, pero Billy Wilder le hubiera dicho a NWR: "La historia promete, pero ahora reduce el guión a la mitad"