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Voto de Fascinoscopio:
5
Terror. Drama Una historia original sobre Vlad Tepes o Vlad el Empalador, el príncipe rumano en el que se inspiró Bram Stoker para escribir su célebre novela (1897) y crear al vampiro más famoso de todos los tiempos. La película narra la trágica vida de Vlad, qué dilemas tuvo que afrontar y cómo se convirtió en un vampiro. (FILMAFFINITY)
25 de octubre de 2014
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La música de Ramin Djawadi, creador de la melodía que ya casi cualquiera puede reconocer de la serie Juego de Tronos, no es suficiente para insuflar algo de magia a este flojo intento de resucitar de nuevo al protagonista sobrenatural por excelencia del terror gótico decimonónico: Drácula. Tampoco la postproducción, con una ingente cantidad de imágenes creadas por ordenador para dotar de espectacularidad las múltiples escenas de acción, es capaz de levantar una historia que de «jamás contada» tiene poco. De hecho, es el mismo empeño de siempre en humanizar este personaje.

Tampoco los evidentes homenajes a Drácula, de Bram Stoker, dirigida por F.F. Coppola, sirven para otra cosa que para añorar aún más el cine de verdad. Se descubre muy pronto que el guion apenas está esbozado: el argumento ha tratado de explotar una variante del personaje histórico de Vlad el empalador, justificando su transformación a través de la lucha contra los otomanos. Desafortunadamente, una vez planteado este detonante circunstancial, el desarrollo de personajes, diálogos y situaciones es prácticamente nulo, limitándose a desplegar efectos especiales una y otra vez con la misma excusa.

Lo único que funciona (relativamente) son las escenas de acción de tenebrosa espectacularidad, aunque terminan siendo reiterativas. La pretendida humanización, en cambio, se difumina. Ni el amor romántico, ni el amor filial, ni el sentido del deber. Ninguna de las emociones que supuestamente trata de comunicar la película es sólida. Con este trazado, las interpretaciones no pueden pasar de ser anecdóticas y sin profundidad. Todo parece diseñado exclusivamente para presentar una posible nueva franquicia: y es que de repente nos topamos con un final que permite la posibilidad de una saga (o, al menos, de una serie televisiva).

La leyenda, jamás contada con tanta desidia, resulta pasable para fans incondicionales de lo vampírico.

NOTA: Alguien debería contarles a los estadounidenses que una catedral gótica y un castillo medieval son cosas distintas.

Publicado en blog www.fascinoscopio.com
Fascinoscopio
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