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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de carlygom:
9
Comedia. Drama La película consta de seis episodios que alternan la intriga, la comedia y la violencia. Sus personajes se verán empujados hacia el abismo y hacia el innegable placer de perder el control, cruzando la delgada línea que separa la civilización de la barbarie. (FILMAFFINITY)
8 de septiembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Damián Szifrón cambió la televisión argentina y la hizo crecer de golpe más de una década atrás, con su serie “Los simuladores”. Por entonces, la fórmula empleada por el director argentino parecía estar ahí, esperando que a alguien se le ocurriera aplicarla: intriga, guiones y actuaciones de excelencia, ritmo cinematográfico, confianza en la creatividad y abandono del tradicional menosprecio a la adultez del espectador medio. Por supuesto, el éxito y los premios lo acompañaron desde el vamos.

En esta nueva producción, “Relatos salvajes”, alentado por inversores de monta, entre los cuales asoman nada menos que los hermanos Almodóvar y la Warner, ahora Szifrón da un paso enorme, que alienta una consagración algo más internacional. ¿Previo a Hollywood? Es que el cine del director argentino está mucho más emparentado con la idiosincrasia y tradiciones del cine del norte, que en las dificultosas experiencias de sus correligionarios latinos.

Ya en sus viejas incursiones por el espectáculo televisivo, el director había mostrado su capacidad por lograr productos de comprensión global, luego comprobado por las reiteradas remakes internacionales que habían obtenido sus creaciones en la pantalla chica. El espectador pudo solazarse con guiones apasionantes, y efectismos de cámara, edición y arte como pocas veces fueran ensayadas antes en el paupérrimo mundo de la tele latina.

Sus otras dos creaciones cinematográficas anteriores fueron –apenas- ensayos de muy menor monta en esta nueva incursión que lo consagraban, también, como cineasta.

“Relatos salvajes” es una incursión del grotesco muy argentino, emparentado con lo más bizarro (y exitoso) del cine, el teatro, el tango, y hasta el comic nacional. Relatos de trazo grueso, en donde se combinan diálogos y acciones más cercanas a los márgenes de las menos admitidas conductas de la sociedad.

El juntar y mezclar cine gore, con culto a las técnicas más refinadas de la venganza, el relato negro que deja a la vista lo más bajo del alma humana, el crimen, la corrupción y el reiterado descontrol de la ira, llevan a Szifrón a una zona que oscila entre el mundo de Tarantino y las cada vez más abundantes series y miniseries de la tele Premium.

Este film está llevando mucha gente al cine. Un público que abandona por un rato la atracción por los chismes y escándalos que les sirven en la televisión diaria, atraído por los comentarios boca a boca de sus amigos, compañeros o vecinos. Es que, por un rato, dejarán de escandalizarse de la bailarina que cuenta como fue delicadamente penetrada por un actor que ella ignoraba que estaba casado, dado que ver a una actriz nadando en sangre o a un actor mostrando sus desbordes escatológicos en primer plano, son delicatesen que la tele todavía no se anima a exhibir.

Pero sería una injusticia detenerse a juzgar el cine de Szifrón por sus desbordes amarillistas, en función de que nos brinda un espectáculo sumamente ameno, refinado y elaborado con recursos que lo elevan a ser considerado entre los mejores cineastas de la actualidad.

Y si es verdad que la obra de un artista trasciende el análisis desde las limitaciones de un solo trabajo, es la hora de aguardar cómo continúa labrándola este joven realizador argentino.
carlygom
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