Woody Allen se supera a sí mismo en esta comedia desenfadada donde a través de un humor en ocasiones algo evidente pero siempre genial relata la pobre vida de un desgraciado probador de productos ansioso por vivir aventuras y encontrar el amor definitivo que lo saque de su pozo particular. Tras una serie de infortunios y casualidades, se ve metido de lleno en una guerrilla paramilitar en un país latinoamericano que ni le va ni le viene, y poco a poco y casi sin proponérselo consigue hacerse un nombre entre los rebeldes más famosos del lugar hasta tal punto de llamar la atención del FBI y ser acusado de traición.

“Bananas” entretiene y da lo que promete, pero siendo sinceros no la consideraría ni de lejos una de las mejores obras del cómico estadounidense en su etapa inicial, la más absurda y surrealista de todas.
Es ligera y divertida, y es verdad que le falta oficio en la dirección (cosa de la poca experiencia, principalmente) y algo de malevolencia en el guión, pero solo por ver al bueno de Allen convertido en el Fidel Castro de turno merece la pena darle una oportunidad.